A LO INDURAIN
Dumoulin logra su primera ‘grande’ con la fórmula de Miguelón: dominio en la crono y temple en la montaña Nairo Quintana tuvo que conformarse con ser 2º y Vincenzo Nibali (3º) bajó del podio a Thibaut Pinot
37 años después un ciclista holandés vuelve a ganar una grande. Desde que lo hiciera Joop Zoetemelk en el Tour de Francia en 1980 ningún ciclista ‘orange’ había logrado subir a lo más alto del podio ni en el Giro, ni en la Vuelta ni en el Tour de Francia. Pero ayer, 28 de mayo, Tom Dumoulin hizo buenos los pronósticos y logró el triunfo en la edición 100 del Giro de Italia. Dumoulin, que se caía el sábado del podio después de la penúltima etapa de la Corsa Rosa, tenía que remontar 53” a Nairo Quintana para aspirar a la gloria en Milán. Una remontada que dadas las mejores prestaciones del holandés en la lucha contra el crono y el perfil de la CRI, 29,3 kilómetros del todo llanos, le convertía en claro favorito.
Pero ésta era una contrarreloj diferente, marcada por las 20 etapas previas y el castigo acumulado en las piernas de los ciclistas, un comodín que Nairo Quintana esperaba que le llegara en una buena mano. A priori, el líder del Movistar era el que peor lo tenía, a tenor de sus condiciones, y había quien incluso lo veía fuera del cajón. No fue así, al menos se mantuvo en el podio después de una buena CRI. Nibali –ganador en 2016– se aupó hasta la tercera plaza, de la que se cayó un Thibaut Pinot que sí, lo había hecho muy bien en la semana final, pero de nuevo fallaba, tal como le sucediera en la primera contrarreloj del Giro.
Nadie pudo con Jos Van Emden
El recorrido de la contrarreloj final era precioso. 29,3 kilómetros, con la salida en el Autódromo de Monza y la llegada en las calles de Milán y la toma de tiempos parciales en los puntos kilométricos 8,8 y 17,4. La toma en estos dos puntos iba a determinar la suerte del Giro, y ésta indicaba que el registro que tenían que superar los grandes favoritos era el del holandés Jos Van Emden, el mejor en los dos intermedios, y el mejor en Milán, quien detuvo el crono en 33’08”. Un registro que nadie sería capaz de igualar, dando Van Emden la primera victoria a su equipo, Lotto-NL Jumbo, y qué victoria, la última de la edición 100 del Giro. De los favoritos, Tom Dumoulin volvió a ejercer su tiranía. Ya desde los primeros compases en Monza se vio que iba mejor que nadie, exprimiendo la aerodinámica de su bici y dando por buenos los test realizados este pasado invierno en el túnel de viento. Suyo fue el mejor registro de los gallos, tanto en los dos intermedios como en el final, y rápidamente también se verificó que Pinot no iba bien y que Nibali y Quintana se iban a jugar las dos posiciones restantes del podio. Tras los primeros 29,3 kilómetros Nibali haría el mejor tiempo de los ‘outsiders’, 34’17”, por el 34’47” de Nairo Quintana y el 34’50” de Thibaut Pinot. No pudo ‘El Tiburón’ repetir el éxito de 2016, tampoco Quintana el de 2014, pero ambos han protagonizado una de las ediciones más emocionantes.
Dumoulin, primera grande
Cuando se presentó el Giro y después de analizar un recorrido con mucha montaña, las opciones de Quintana subían como la espuma, pero el dominio de las cronos, la regularidad y el gran comportamiento en la montaña, igual que alguien llamado Indurain hace un cuarto de siglo -y salvando las evidentes distancias de talento, llevaron a Dumoulin, de 26 años, a su primer gran triunfo, después de que en el último suspiro se le escapara la Vuelta de 2015. Para rematar la comparación, Indurain ganó su primera ‘grande’, el Tour de 1991, con 27 años.
Se abre una nueva etapa para la ‘Mariposa de Maastricht’, en la que se atisban otros grandes éxitos de un ciclista que antes de los Juegos de Río declaró: “Las grandes vueltas siempre me han llamado, pero luchar por la general lo dejo para más adelante”. Su momento llegó