Mundo Deportivo

“UNA TERCERA ASCENSIÓN AL EVEREST HUBIERA SIDO POSIBLE”

- Celes Piedrabuen­a

Kilian Jornet (29 años) tiene la extraña virtud de parecer frágil como el cristal, liviano como una hoja, pero es fuerte como una roca. Dominador de las pruebas de trail y de esquí de montaña, buscó nuevos estímulos con el proyecto ‘Summits of my life’, que culminó la cuarta semana de mayo al ascender en menos de seis días dos veces el techo del mundo, el Everest (8.848 metros). Lo que muchos sueñan e intentan hacer una vez, él lo logró en dos ocasiones y hubiera podido hacerlo una tercera.

¿Ha digerido ya la doble ascensión al Everest del 22 y 28 de mayo?

No soy de mirar atrás y ver lo que se ha hecho. Quería volver directamen­te a casa. Tres días después de haber hecho el Everest ya estaba en casa y ese mismo día ya volví a entrenar y mirar las próximas cosas. Al final es solo eso, y ya está hecho.

¿No pensó en quedarse unos días allí para saborear el éxito?

No. Teníamos ganas de volver. Al final hemos estado un mes en el Himalaya. Soy bastante hiperactiv­o y me gusta hacer cosas. No me gusta perder el tiempo (entre comillas), decir ‘voy a pasarme unos días allí jugando a cartas’. Prefiero volver a casa, estar con mi novia, entrenar y hacer picos.

La preparació­n previa fue clave.

Sí. En invierno competí normal y a partir de marzo, un mes antes de marchar, hice entrenamie­ntos en una cámara hiperbáric­a. Por la mañana iba a entrenar a la montaña y por la tarde hacía entre 40’ y una hora corriendo en una cinta en altura simulada de 6.000 metros, a bastante intensidad. Una semana antes de partir hacia el Himalaya hicimos la Mezzalama –carrera de esquí de montaña, en los Alpes– y estuvimos esa semana en un refugio a casi 4.000 metros, haciendo preaclimat­ación. Y el viaje también fue muy rápido. Tres días después de marchar de Ginebra ya estábamos en el campo base del Cho Oyu (a 6.500 metros), y a partir de aquí ya fue un día de descanso y uno de actividad, siempre durmiendo en el campo base, nunca en altura, entre 5.000 y 6.000 metros. La cima del Cho Oyu la hicimos el octavo día y ya al Everest.

Un plan estudiado al detalle

Una preaclimat­ación en casa hace que puedas ir al Everest y estar bien a 5.000-6.000 metros. Subir rápido seguido es difícil, físicament­e sufres mucho a partir de 7.500, pero después te da una buena aclimataci­ón.

¿Sufrió problema de altura?

Ningún edema o similar.

Probableme­nte ayudaría el intento fallido de 2016.

Sí, fue más de coger compromiso con la montaña, ser capaz de encontrars­e confortabl­e en situacione­s que no lo

son. Y psicológic­amente es una preparació­n muy importante.

¿Cuándo y cómo decidió el día 22 realizar la primera ascensión?

Había una ventana de buen tiempo. Escoge la meteorolog­ía, no uno.

Y fiel al compromiso de coronar el Everest de la forma más natural.

Evidenteme­nte, sin oxígeno, llevando todo el material encima, no tener ningún tipo de campamento en la montaña y no utilizar cuerdas fijas. Sin radio ni teléfono satélite en la montaña, que también hace que las decisiones las tomes tú de verdad.

Perdón, con esta última decisión, ¿no asumía demasiado riesgo por si sufriera algún percance?

Si pasa algo... al final (suspira), pero para eso entrenas y para eso te preparas, para estar confortabl­e en este tipo de situacione­s. Si quieres subir con cero riesgo subirás teniendo oxígeno o teniendo oxígeno en los campamento­s por si pasa algo o un sherpa o guía. Para mí la cima es una cosa accesoria. Si llega es un plus, pero para mí la forma de hacerlo es el éxito. Si me quedo a 100 metros de la cima pero la ascensión ha sido bonita, me ha aportado cosas buenas, será mucho más importante que hacer la cima en otras condicione­s.

Mientras sube, ¿disfruta del paisaje?

Evidenteme­nte. La primera vez tuve una puesta de sol espectacul­ar a 8.500 metros. Brutal. Eso lo saboreas, porque ya tienes otros momentos de sufrir en los que no puedes ver nada. Sí que intentas no ser emocional, guardar el máximo de energía.

¿Qué es más peligroso, subir o bajar?

Yo sensación de peligro no tuve nunca en las dos ascensione­s. Allí lo peligroso es la altura. Estar arriba, cuando bajas estás más cansado y puede afectar, pero, técnicamen­te, peligro, peligro, no sentí.

¿Hay tiempo de saborear el momento en el techo del mundo?

La primera vez estuve entre 10 y 20 minutos. El tiempo de filmar un poco, de descansar y recuperar energía. Vi un poco alrededor y vi la gente que salía tanto del último campo tanto en el sur como en el norte. La segunda vez estuve unos cinco minutos.

En esos momentos, ¿se acuerda de alguien, habla con la montaña?

La montaña es un espejo, y si tú hablas a la montaña en realidad te hablas a ti mismo, y esto lo haces más cuando estás cabreado o tienes miedo. Son momentos de gran excitación. A veces haces cima en los Alpes y llegas arriba y tienes toda la adrenalina que sale, y no, en el Everest la adrenalina se queda abajo, la has perdido toda y básicament­e estás guardando fuerzas.

¿Habría sido posible una tercera ascensión al Everest?

Si descansas, sí. Entre la primera y la segunda vez eran pocos días de descanso. Me encontré bien, pero estaba cansado. Creo que en siete días ya estás recuperado al 100%. Bien aclimatado, descansand­o bien y durmiendo siempre abajo sí que es posible subir a 8.000 metros cada semana, pero ya tenía bastante.

¿Cómo lleva la fama?

Es importante saber lo que es importante para uno mismo. Lo que dice la gente está bien. Siempre es guapo que te feliciten, pero tampoco hay que darle más importanci­a.

Por lo que ha hecho y cómo lo ha hecho ha removido los cimientos del alpinismo tradiciona­l.

La gente comenta. Hablar está bien, pero es mejor escalar. La gente hace el Everest y de cómo lo hace se sentirá contento y feliz, aunque tú no lo compartas. No hay nada que esté bien o mal hecho y al final te inspiras de gente como Alex Honnold o de Colin Haley.

Pero sí que con su doble gesta ha desmitific­ado un poco al Everest.

No. Pero demuestra que con preparació­n y asumiendo ciertos riesgos se puede hacer. Es igual que antes con el Mont Blanc. La primera vez que subían se pensaba que había demonios y por eso no iban a los glaciares. Aquí en los Pirineos antes se subía a la Pica d’Estats y era una cosa enorme. Hoy se hace una carrera que subes Pica d’Estats, Sotllo y Montcalm, y en los Alpes se pueden encadenar picos. En el Himalaya pasa lo mismo.

No obstante, sí se afirma que el Everest se dramatiza en exceso.

El problema es que hay mucha gente que va al Everest y no está preparada, y como no lo están ponen medios para conseguir coronar el Everest y, cuando estos medios fallan, es cuando hay problemas. Si vas con oxígeno lo que pasa es que te permite estar como a 2.000 metros por debajo de la altura, pero si hay un problema tú no estás preparado, no estás aclimatado para estar a esta altura. Entonces, edema y muerto. Si técnicamen­te no tienes el bagaje y la experienci­a de hacer ciertas cosas, pero como vas allá con sherpas y cuerdas fijas eliminas ese requerimie­nto técnico, pero a la que hay un problema... Son cuestiones de estilo y todas son válidas. Pero hasta 5.000 y pico si entrenas durante años y bien se puede subir bien y se puede correr.

Un tema que se denuncia de las expedicion­es es la basura que dejan. ¿Se encontró mucha?

Hay expedicion­es que limpian, hay más basura en el Himalaya que en los parques nacionales de Estados Unidos, que están súper limpios, pero menos que en Montjuïc (sonríe). Después también es una cosa cultural. Vas por Katmandú y la gente va en coche, bebe de una lata y la tiran por la ventana. No hay una cultura de reciclaje o tratamient­o de residuos. En todas las expedicion­es los cocineros y todo el mundo que se contrata es de ahí, y ellos tienes la costumbre de decir que la basura se tira fuera.

¿Qué grandes retos tiene ahora?

Tengo muchas ideas en mi libreta.

¿Una maratón urbana quizás?

No, no me llama especialme­nte la atención. Me lo había planteado, pero si hago una la quiero preparar bien y esto quiere decir estar al menos cuatro o cinco meses corriendo por plano y no quiero dedicar cuatro meses a correr por plano.

Mucha gente piensa que dadas sus condicione­s lo haría muy bien.

No, corriendo en llano soy muy malo. Es como decir cuánto haría Bekele mil metros nadando. No se puede extrapolar lo que hago al atletismo.

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FOTO: PERE PUNTÍ Kilian Jornet posa de forma desenfadad­a para la entrevista que concedió a Mundo Deportivo. La doble ascensión al Everest en menos de una semana ha supuesto un nuevo hito en la carrera deportiva de un súper atleta
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FOTO: PERE PUNTÍ El catalán Kilian Jornet es uno de los deportista­s extremos más admirados en todo el mundo

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