Omertá cristiana
Por arte de birlibirloque, que el Balón de Oro 2017 dijese que quería dejar su equipo de forma irreversible ha dejado de ser tema. La noticia del posible adiós de Cristiano Ronaldo del Real Madrid, sin marcha atrás posible, no está ya en las teles de ámbito español. La noticia ha caído de todas las escaletas. De golpe, se han apagado los altavoces. Como en aquella canción holandesa que Johan Cruyff grabó en un disco, parece que “todos los fusibles se fundieron a la vez”. No parece casual. No lo es. Tampoco lo fue que el día que se conoció, por parte de la Fiscalía, la grave acusación de delito fiscal por unos 15 millones de euros, las imágenes del jugador fueran siempre vistiendo de calle, a torso descubierto o con la elástica de la selección de Portugal. No le vimos, ni en las teles privadas ni en las públicas (como bien describió Mónica Planas en MD), con la camiseta del Madrid. Se trataba de salvar la reputación blanca y alejar al jugador, santo y seña de la duodécima tan sólo una semana antes, de su vínculo con el equipo de Florentino. La noticia de su presunto fraude, de la imputación y del juicio fijado para el 31 de julio tampoco tuvo ni la repercusión ni el impacto que sí tuvo, en su día, una situación similar para Messi. Para el barcelonista, no sólo existió la pena de telediario sino que los grafistas de los distintos canales se pusieron las botas para mostrar a Leo con un vestido de rayas o ya sentado entre rejas. En el caso Cristiano, la ética periodística, el rigor por el buen gusto y la presunción de bondad han aparecido en cascada.
En el caso del interés del Paris Saint Germain, del Manchester United y del fútbol chino por hacerse con los servicios de este Ronaldo que filtró a la prensa portuguesa, y sostuvo ante sus compañeros de selección que no pensaba volver a jugar en España, es un tema que, prácticamente, no existe. Se ha impuesto la omertá. El silencio esconde la noticia y tapa el temor a perder al mejor jugador del mundo. El engranaje de la propaganda perfecta funciona hasta tal punto que si Cristiano se va del Madrid, será vendido no cómo la pérdida de su mejor goleador de todos los tiempos, sino como la venta a tiempo y al precio justo de un jugador
La noticia del posible adiós de Cristiano ya no está en las teles de ámbito español
amortizado. Otro éxito del perspicaz Florentino. Pero, si al final Cristiano Ronaldo piensa que dónde va estar mejor que en Madrid y se queda, también habrá sido la capacidad de persuasión del presidente que habrá logrado lo imposible. Seguramente, entre el servilismo arrodillado de allí y la hipercrítica contagiosa de aquí, hay un término medio difícil de encontrar. Una lástima