PEGA FUERTE
Garbiñe Muguruza se exhibe para llegar a su segunda final en Wimbledon, tercera de Grand Slam Mañana repetirá duelo con una Williams: perdió el de 2015 con Serena, buscará premio contra Venus
Mientras Venus Willliams debutaba en Wimbledon 1997, una niña de 3 años peloteaba en las pistas de la Academia Bruguera, en Santa Coloma de Cervelló, donde sus hermanos Asier e Igor practicaban este deporte. Enseguida vieron que no tenían futuro con la raqueta, para la que mostraba una pasión y disposición especial la pequeña de la familia. Mañana, veinte años después, a las 15.00 horario peninsular español, Garbiñe Muguruza disputará su segunda final en el All England Club con la mayor de las Williams, a sus 37 años y 29 días la más veterana que alcanza el último partido, tras Martina Navratilova, 37 años y 258 días cuando cedió en 1994, otra paradoja, con Conchita Martínez, actualmente ejerciendo de entrenadora de la caraqueña ya que su técnico habitual, Sam Sumyk, se ausentó por motivos personales.
De Williams a Williams. De la con Serena en la final de 2015 a una segunda oportunidad, frente a Venus. Garbiñe comprobando por sí misma la fuerza de ese apellido en el AELTC, presente en el casillero del palmarés en doce de las últimas diecisiete ediciones, amén de seis coronas de dobles.
Serena ya le dijo a Garbiñe que pronto sería campeona de Wimbledon. No como consuelo por la derrota, sino por la convicción del potencial que atesora la española, una evidencia cuando lo explota libre de ataduras emocionales y físicas. Cuando se controla y se siente a gusto, arrolla. “No sabía qué hacer, nunca la había visto jugar tan bien”, señaló la eslovaca Magdalena Rybarikova, apabullada en una hora y cuatro minutos, 6-1 y
6-1.
Salió a por ella Muguruza, pegando con tanta dureza como sentido y subiendo continuamente a la red. Era la favorita, y se movió como tal, con una entereza envidiable. Intimidó a la primera semifinalista eslovaca, 28 años, 87ª del mundo, y sorpresa de la competición. No la dejó respirar un momento, pese a que había ganado 18 de sus últimos 19 encuentros en hierba y que en 2015 había apabullado a la propia Garbiñe en el césped de Birmingham 2015.
Apareció la Muguruza de las grandes ocasiones. Regresaba a la central, la ‘Catedral’, y se creció. Es mujer de citas de envergadura. Suma siete finales profesionales, pero tres en Grand Slam, incluida la victoria en Roland Garros 2016.
También enseñó galones Venus, pentacampeona en Londres y dos Open USA más en su palmarés. Destrozó las ilusiones británicas eliminando a la local Johanna Konta 6-4 y 6-2. Empezó el evento la norteamericana llorando porque se vio involucrada, semanas antes, en un accidente de tráfico, trágico porque se cobró una vida humana. Pero ha superado todos los obstáculos para plantarse en una novena final de Wimbledon: la mejor en 2000, 2001, 2005, 2007 y 2008, Serena le cerró el camino en 2002, 2003 y 2009, así como este curso en la final de Australia.
Garbiñe, 15ª WTA, y Venus, 11ª, lucharán también por ocupar una plaza en el top-5 del próximo ranking, asegurado el top-10. Quinto duelo, primero en césped, con 3-1 Venus, pero el último, en Roma’17, se lo llevó la española