Indomable Bañeres

AUNQUE SE HABÍA APARTADO por decisión propia de las trincheras del periodismo hace dos años, eran legión los que seguían añorando la discusión genuina, profunda y provocadora de Enric Bañeres, fallecido ayer en Barcelona a los 72 años. No era un tipo fácil de llevar, pero su bondad y magisterio eran tan enormes como su sabiduría y honestidad. Imposible no recordar ahora mismo el teclear metálico de su vieja ‘olivetti’ en la redacción del legendario Tele eXpres, donde Bañeres, de la cuerda de los Morera Falcó, Castellanos, Botines y otros periodistas de alto riesgo para el ‘statu quo’, abrían las ventanas a un periodismo nuevo, inconformista y democrático.

AUNQUE EL QUE SUSCRIBE nunca se atrevió a escribir en primera persona por indicación expresa de su maestro, Enric fue el primero en dar la alternativa al ‘nano’ que repartía el teletipo de noche. Aquella crónica de un Sant Andreu liderado por Fernando Daucik y el Castellón la inicié muchas veces, todas fallidas, hasta que se pudo construir algo que se acercaba al relato de un partido. Por la tarde, al mostrársela, Bañeres hizo de ella una pelota, la tiró y dijo: mira cómo se hace. Fue la primera lección de otras muchas que recibí. Suyas fueron las iniciativas de sacar a la luz la realidad del deporte femenino o cuestionar el modelo de los JJ OO con una entrevista a un intelectual de La Sorbona. EN UNA ÉPOCA EN LA QUE EL CRITERIO tiende a unificarse y el periodismo anda confundido, se echa en falta el atrevimiento y la polémica argumentada de alguien que se la jugó defendiendo a Robson, Van Gaal y Núñez cuando no era nada cómodo. Detestaba el pensamiento único y junto a Quím Regàs, su heredero, fueron dos de los periodistas más apasionados que conocí. Su ironía y reflejos evocan, salvando las distancias de la ficción, a Walter Matthau, el exigente y apasionado director del Examiner de la inolvidable película ‘Primera Plana’