A POR EL MILAGRO
El Madrid deja la Supercopa casi sentenciada después de adelantarse y liquidar al contragolpe Al Barça le faltó capacidad de reacción con medio partido por delante tras el autogol de Gerard Piqué
Será necesario ir a buscar un milagro. Esta vez no vale ni el resultado del último Clásico en el Bernabéu, aquel 2-3 del felicísimo momento de Messi mostrando su zamarra a la grada. Habrá que dar mucho más y, visto lo visto anoche, no está muy claro que este Barça lo tenga. Es cierto que ahí está Leo, que nunca falla, pero ayer la capacidad de reacción tras el 0-1, con cuarenta minutos por delante, no fue de una gran clarividencia. Un autogol de Piqué lo condicionó todo tras un inicio equilibrado, pero Messi sólo pudo empatar de penalti. Y además inexistente. El Madrid liquidó a la contra, con dos golazos calcados de Cristiano y de Marco Asensio.
Al Barça le faltó chispa en cuarenta minutos de búsqueda de una reacción. Ni siquiera supo aprovechar los diez últimos, en los que jugó con uno más por dos tarjetas de risa a Cristiano, que sólo estuvo veinte minutos en el campo: una por quitarse la camiseta y lucir palmito tras marcar (un golazo, eso sí) y otra por tirarse ante Umtiti buscando el penalti.
No hubo sorpresas en el once de Valverde. Sí la hubo en la indumentaria del Madrid, que boicoteó a los daltónicos. Salió con un color pastiche inclasificable, oficialmente, ‘azul turquesa’. La segunda sorpresa, aunque esperada por el rumbo que ha ido adquiriendo el juego del Madrid en los últimos tiempos, fue la disputa que hizo del control en el centro del campo, con un 4-4-2 en el que Isco manejaba el timón.
Lo que no cambia, luzca el color del uniforme que luzca, es la ruindad del juego de Casemiro. Quince segundos tardó en hacer la primera falta, sobre Rakitic, y veinte minutos en ser amonestado, tras una entrada durísima sobre Messi ante la cual De Burgos Bengoetxea, que poco antes se había comido unas manos en el área de Carvajal a centro de Deulofeu, no tuvo más remedio que sacar amarilla. Kovacic fue desde ese momento la sombra de Leo.
El juego del primer acto fue una disputa en la media, con pocas ocasiones y un Barça generoso en las ayudas defensivas. Hubo un chut de Suárez y una internada de Aleix en que no vio a Luisito, además de una falta lanzada por Messi. Los de Valverde sufrieron en pérdidas de balón, pero posicionalmente, el Barça estuvo de notable y el Madrid tampoco llegaba, pese a la profundidad de Marcelo y el toque de Isco. La mejor ocasión, un remate de Bale desviado por Ter Stegen.
Con el autogol empezó todo
Todo cambió con el autogol de Piqué, que estaba jugando un buen partido e incluso había llegado a sacar un balón de dentro del área de tacón. Tuvo la desgracia de marcarse en propia puerta a centro de Marcelo recién iniciado el segundo tiempo, una acción que le descentró.
Jordi Alba sacó bajo palos un remate de Carvajal tras jugada de Benzema que pudo dejar resuelto el título antes de tiempo. No fue así, pero el guión volvió a los parámetros favoritos del Madrid: la contra. La reacción de Valverde fue contar con Denis por Deulo, Sergi Roberto por Iniesta y, a la desesperada, Alcácer.
Un paradón de Ter Stegen a chut de Marcelo y un gol anulado a Cristiano por fuera de juego permitieron al Barça llegar vivo a la jugada de Suárez ante Navas, que no tocó al uruguayo. Messi no falló el penalti, pero a la contra el Madrid fue letal con un golazo de Ronaldo, colocando el balón en la escuadra ante la oposición de Piqué. Marco Asensio dio la puntilla con otro golazo, casi calcado. También tenía delante a Piqué, pero Asensio chutó con la izquierda y la clavó en la escuadra derecha. Cristiano, al revés
Messi marcó de penalti y Cristiano dejó a su equipo con diez al ver dos tarjetas amarillas