Pitos y susurros en el Camp Nou
Las protestas cuando suena el himno de la Champions son un claro error
Dicen que los aficionados de un estadio tienen todo el derecho a expresar su opinión. Pero de la misma forma se les puede criticar.
La pitada del Camp Nou al himno de la Champions en los prolegómenos del FC Barcelona-Juventus FC está injustificada, es un error y, además, coloca al Barça fuera del sistema, lo que puede acarrear problemas. ¿Cuáles?
El primero, dar una sensación global de club amargado, estreñido, triste y malhumorado. Las pitadas del pasado año fueron un error mayúsculo, arrancar la Champions de esta temporada 2017/18 con la misma costumbre es ya un error monumental.
Los pitidos en el Camp Nou al maravilloso himno de la Champions tienen su origen en la presión independentista contra la UEFA por la amenaza de sanción por la exhibición de ‘estelades’. Pero se da el caso que la UEFA no sancionó finalmente al club, donde alguien, por cierto, sigue permitiendo la exhibición de grandes pancartas independentistas en el mismo punto del estadio, como si a día de hoy se pudiera engañar a alguien. El Barça, hay que recordarlo, es un club plural en todos los sentidos y debería mantenerse así.
Al Barça le sobran pitos, susurros y le falta más fútbol, que es lo que Messi y sus compañeros ofrecieron ayer ante la Juventus FC. Fútbol del bueno.
Ha arrancado la temporada de forma impecable. Ernesto Valverde ha demostrado una serenidad increíble y hay que apoyarle. Se cayó ante un Real Madrid superior en el doble partido de la Copa de la Liga, pero el equipo, sobre después de verle en acción el martes por la noche, ha iniciado la competición de la mejor manera posible. Falta rodaje y veremos qué nos ofrecen los nuevos fichajes a lo largo de esta temporada.
El único problema, los dos únicos problemas, tienen diferente origen.
El primero es social. El presidente, Josep Maria Bartomeu, está en el punto de mira de la oposición. A Bartomeu los pitidos le provocan mucha, mucha inseguridad. Y hay que analizar si la presión que se ejerce sobre su presidencia está o no justificada y hay que ver cómo reacciona a lo largo de las próximas semanas. Sobre las críticas a su gestión hay opiniones para todo, como ha ocurrido siempre con todos los presidentes.
El segundo problema es futbolístico. Claramente. La marcha de Neymar Jr. representó un desengaño para muchos y evidenció errores en la cúpula ejecutiva del club. Pero la nueva plantilla puede dar resultado. Habrá que esperar, aunque es cierto que por primera vez en casi 10 temporadas, el equipo empieza la Champions con urgencias y para la mayoría hay que llegar a la final y ganarla como sea. Y esa premisa es errónea. Veremos hasta dónde llega el equipo en mayo, qué imagen ofrece, y hasta entonces, hay que generar serenidad entorno al entrenador y sus jugadores. Y los aficionados tienen la palabra.
La noche del martes fue una noche de Champions enorme. Messi, que debería firmar su contrato lo antes posible, goleó al que ahora se considera el mejor guardameta de Europa. Gianluigi Buffon las vio pasar, mientras el argentino le dejaba a contrapié y volvía a ser el más grande del mundo. Qué dos grandes goles de Leo.
Ningún pito, ningún susurro antes o después del partido estuvo, pues, justificado, sino es que se quiere actuar de mala fe o anteponiendo la política o los intereses de grupos de presión al fútbol. El Barça debe sosegarse, pensar sólo en el balón y en los partidos. Vienen meses difíciles para la entidad y para el país en su conjunto. El Barça y sus seguidores, por higiene, deberían centrarse el fútbol. Pero que ese cambio de actitud parece ser más difícil que ganar una Champions
El Barça no puede dar la imagen constante de un club enfadado, estreñido, triste y malhumorado