El orgullo del Eibar puede con el Leganés
Los armeros se sirvieron de un solitario tanto de Gálvez para llevarse un partido huérfano de ritmo y ocasiones
Un solitario tanto de Alejandro Gálvez dio los tres puntos al Eibar ante un inoperante Leganés. Sin más, pues el partido no tuvo más historia. El cuadro armero sigue rentabilizando al máximo sus tantos - ya que sólo dos goles le han valido dos triunfos - y ayer se sirvieron de un partido trabado y aburrido a su vez para cosechar el segundo triunfo de la temporada. El Leganés, por su parte, se desdibujó tras el descanso y no logró levantarse después del batacazo que supuso el tanto de los de Mendilibar.
Inoperancia y bostezos
Eibar y Leganés llegaban a Ipurua tras haber caído en el último choque liguero y eso pareció pesar demasiado en ambos conjuntos. Asimismo, las reducidas dimensiones del feudo eibarrés propiciaron que armeros y pepineros se aferraran únicamente al juego directo para tratar de inquietar la meta rival, por lo que sólo un destello de clase podía decantar los primeros compases del duelo.
Y así, los visitantes Omar Ramos y José Naranjo, jugadores que destacan normalmente por su técnica y osadía, tiraron de casta para romper los bostezos que empezaban a aparecer en las gradas de Ipurua.
No obstante, ambos erraron en sus tímidos intentos de perturbar la calma del portero local, Marko Dmitrovic y el descanso llegó para marcar un evidente punto de inflexión en el transcurso general del partido.
Gálvez rompe la monotonía
Y es que el guión varió ostensiblemente en la segunda mitad. Pues tras la charla de Mendilibar, fue el Eibar quien tiró de orgullo y en una jugada comandada y posteriormente ejecutada por Alejandro Gálvez, los armeros lograron romper el empate (53’). El central granadino remató a placer un gran centro de Takashi Inui, en una jugada en la que el propio Gálvez había asistido previamente al japonés, para marcar y, de paso, matar al ‘Lega’.
El gol desdibujó al Leganés de tal manera que los de Garitano perdieron toda capacidad de réplica. Así, ni con a las entradas de Beauvue y Amrabat, que debían aportar dinamismo al ataque, los madrileños lograron inquietar la meta de un cuadro local, que demoró con oficio el partido hasta oír el silbato final