Los Packers se alían con la grada contra Trump
Los jugadores le han pedido su colaboración
Las masivas protestas de la NFL contra las palabras del presidente Donald Trump, que llamó “hijos de perra” a quienes se arrodillan durante el himno previo a los partidos y que exigía su despido, no sólo parecen lejos de terminar, sino que a partir de la madrugada del viernes pueden cobrar una nueva dimensión y desbordar los límites del terreno de juego para instalarse en las gradas.
La primera franquicia en tomar esta iniciativa es Green Bay Packers, que el viernes (02.25 de la madrugada) recibirá en Lambeau Field a Chicago Bears. Ha sido idea de los propios jugadores y pide al público que asista a las gradas (81.000 espectadores) que una sus brazos en una cadena humana para secundar las protestas de los jugadores.
La página web de los Packers ha colgado la siguiente nota, bajo el título ‘Comunicado de los jugadores de los Green Bay Packers’: “La familia de la NFL es una de las comunidades más diversas del mundo (...) Todos tenemos una procedencia y una historia diversa. El fútbol americano une a la gente. Como jugadores, somos testimonio vivo de que individuos con diferentes pasados y experiencias vitales pueden trabajar juntos con un fin común. Este jueves durante el huimno nacional en Lambeau Field, los jugadores, técnicos y personal de los Packers encadenaremos nuestros brazos. La imagen que vereis es una imagen de unidad. Representa lo que todos nostoros queremos: libertad, igualdad, tolerancia, comprensión y justicia (...) Súmate a nosotros encadenando tus brazos con quien tengas al lado, sea amigo o desconocido, en este momento de unificación”.
El jugador estrella de Green Bay, el quarterback Aaron Rodgers, no ha eludido sus galones y se ha puesto al frente de la idea, que partió de su compañero Martellus Bennett, uno de los jugadores más críticos e influyentes de la Liga, después de varias reuniones mantenidas en el seno de la plantilla respecto a cómo actuar a partir de ahora.
Los Packers son quizá la única franquicia que pueda permitirse una acción de este tipo, puesto que –caso único en el deporte profesional estadounidense– no tiene propietario, sino que pertenece a más de 360.000 accionistas o socios, la inmensa mayoría simples aficionados de a pie