Hoeness, la rehabilitación de una leyenda
El regreso del presidente del Bayern tras 21 meses de cárcel es un caso sorprendente
Fue sorprendente ver el otro día en Mundo Deportivo una fotografía de Uli Hoeness, Karl-Heinz Rummenigge y el ya cesado Carlo Ancelotti, celebrando el Oktoberfest con unas buenas jarras de cerveza. Atrás parecía quedar definitivamente la pesadilla fiscal, con cárcel incluida, de Hoeness, leyenda viva del Bayern FC y del fútbol alemán.
En unas semanas en la que los presidentes de los grandes clubs europeos atraviesan distintos calvarios, el caso Hoeness es para reflexionar.
Hoeness está curiosamente en uno de los momentos más felices de su vida después de la pesadilla carcelaria, mientras Josep Maria Bartomeu, presidente del FC Barcelona anda apurado con las eternas presiones de la oposición y su planteamiento financiero del club, Andrea Agnelli, el presidente de la Juventus FC, acaba de ser inhabilitado por venta ilegal de entradas, y el presidente del PSG FC, Nasser Al-Khelaifi, anda por el filo de la navaja del Fair Play financiero y con sus dos estrellas, Neymar Jr y Edinson Cavani, enfrentadas.
En nuestra cultura, en la que aún debatimos si los cargos que han sido imputados deben o no seguir en sus puestos durante los procesos judiciales, resultaría casi impensable que se reprodujera un caso como el de Hoeness.
Inmediatamente después de retirarse como jugador del Bayern y con todos los títulos imaginables bajo el brazo, Hoeness fue nombrado director general del Bayern, club del que llegó a ser presidente. Durante su mandato el Bayern creció lo indecible multiplicando sus ingresos, ganado títulos europeos e intercontinentales y, como colofón, construyendo el extraordinario Allianz Arena.
Hijo de un carnicero de Ulm, una ciudad medieval preciosa de Baden-Württemberg, Hoeness conmocionó Alemania cuando en abril de 2013 se supo que estaba siendo investigado por evasión fiscal. Acusado formalmente en marzo de 2014, Hoeness admitió su delito y el hecho de haber ocultado a la Hacienda de su país 28,5 millones de euros. Fue sentenciado a tres años y medio de confinamiento carcelario y el mismo día en que recibió la sentencia, dimitió como presidente del Bayern. Fue encarcelado en la prisión de Landsberg de la que salió tras cumplir la mitad de la pena. Su encarcelamiento no fue fácil para él. Tuvo que permanecer aislado la mayor parte del tiempo para evitar ser fotografiado por otros reclusos, obsesionados en captarle entre rejas para vender las imágenes a los diarios sensacionalistas.
Salió de la cárcel en febrero de 2016 y solo 10 meses después de estar en libertad, una asamblea de socios del Bayern, en la que participaron 6.000 miembros, votó a favor de que recuperara la presidencia del club. Solo tuvo 108 votos en contra.
En su discurso a la asamblea del Bayern, Hoeness dijo: “Cometí un grave error, es indiscutible y respeto a cada persona que no vote por mí como consecuencia de este error, pero he hecho todo lo posible por repararlo, pagando mi deuda con el fisco hasta el último céntimo. Os pido una segunda oportunidad y os prometo que haré todo por satisfacer vuestras expectativas”. Los socios le ovacionaron.
Hoeness, que en la actualidad tiene 65 años, es un superviviente en mayúscula. En 1982 salió ileso de un accidente de avioneta en el que perecieron otras tres personas, y su regreso a la élite del fútbol le permite beber cerveza sin reparos como presidente de uno de los cuatros clubs más poderosos del planeta.
El caso Hoeness abre claramente un debate sobre la rehabilitación y la aceptación social de aquellos que ya han cumplido condena. En España sería impensable un caso similar, pero incluso en Alemania, cuando Hoeness preside los partidos del Bayern su presencia no deja indiferente a nadie. ¿Qué haría usted?
El caso del dirigente alemán abre el debate sobre la rehabilitación de quienes han cumplido condena RUMMENIGGE, HOENESS Y ANCELOTTI EN EL OKTOBERFEST FOTO: EFE