La Real Sociedad impone jerarquía ante el Alavés
Oyarzabal y Aritz concretan la superioridad
El fútbol es maravilloso porque en ocasiones destroza la lógica y se alía con la épica del humilde. Pero, generalmente, aplica sus leyes incontestables y la principal es que suele ganar el mejor equipo.
Y eso, ni mas ni menos, sucedió ayer en los últimos minutos en Gasteiz. La escuadra de Eusebio logró imponer su jerarquía y aflorar su mayor talento en el último cuarto de hora para llevarse un partido áspero. El golazo, pleno de talento y picardía, de Oyarzabal en el minuto 77 rompió el choque y una mala y peligrosa dinámica de derrotas, puntos en la cuneta y hemorragia de goles en contra. Oyarzabal sólo ha jugado cinco partidos de los ocho, pero ya se ha convertido en el jugador más determinante y en el máximo goleador del equipo guipuzcoano.
Eusebio introdujo el ‘once’ esperado y el Alavés se tenía muy estudiada a la Real. Presionó con vigor arriba y, una vez superada la primera línea de presión, se replegaba sin complejos para lanzar rápidos contragolpes. Las tuvo el Alavés, en un cabezazo cruzado de Maripán y una llegada de Manu, que disparó alto, pero la más clara fue de Juanmi.
En el segundo tiempo, la Real logró ajustarse y cerrar filas en torno al balón y a la mayor participación de Illarra. Por fin ganaba las disputas individuales y los duelos aéreos y por fin el ‘4’ lograba conectar por dentro con Willian, que lo intentó repetidamente desde lejos. El Alavés se mantuvo en pie hasta que se cumplió la hora de partido y opositó a ganar con dos chuts cruzados de Manu y Pedraza que no anduvieron lejos de entrar.
Cometió el pecado de dejar viva
Tras cuatro jornadas sin conocer la victoria, los de Eusebio respiran
a una Real, que solventó el duelo en dos chispazos en el 77’ y el 81’, un ‘txitxarro’ de Aritz Elustondo, cuyo chut con la zurda lo envenenaron las piernas de Duarte tras un córner gestionado en corto por Januzaj y Prieto.
La calidad halló su resquicio para florecer. Sólo queda apelar a ella el jueves en Macedonia