TOUR de tierra
El Tour 2018 desvela hoy su recorrido, que incluye un puerto alpino sin asfaltar, Plateau des Glières
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Plateau des Glières, con parte de su subida sin pavimento, abrirá los Alpes con un guiño al pasado 2
Tres años después vuelve al menú Alpe d’Huez, aunque quizá sin la ascensión completa 3 Inicio en la costa Atlántica y primera semana con tramos de pavés, Muro de Bretaña y Roubaix 4 Cuatro días de Pirineos después de Alpes, con la llegada a Luz Ardiden en la etapa ‘reina’ 5
Una crono en el País Vasco francés a un día del final en París ayuda a Froome a buscar su quinto triunfo
Los organizadores del Tour de Francia desvelarán hoy, en el Palacio de Congresos de París, el recorrido de la edición 2018 de la ‘Grande Boucle’, que, a la vista de las filtraciones previas, dibuja un perfil sin aventuras lejanas a Francia, con los Alpes antes de los Pirineos, con algo de pavés, el retorno de una cima mítica como Alpe d’Huez y, a falta de confirmación oficial, una contrarreloj individual en el País Vasco francés que puede resultar decisiva a solo 24 horas de la etapa final en París. Pero como no hay edición sin sorpresa vistosa, la de este año hará un guiño a los tiempos heroicos en los que el pavimento era un bien escaso: dos de los seis kilómetros de la ascensión al Plateau des Glières, en la primera etapa alpina, transcurren por un camino sin asfaltar.
Un menú atractivo que va a comenzar a señalar en su agenda Chris Froome, porque el británico, invitado al acto que mostrará hoy el dibujo de la próxima edición junto al ya retirado Alberto Contador, se enfrentará, del 7 al 29 de julio, a un reto que marcará su talla como deportista mítico: si se anota su quinto Tour, entrará en el club de plusmarquistas de la carrera junto a Eddy Merckx, Jacques Anquetil, Bernard Hinault y Miguel Indurain.
Lo que se desvelará es un Tour de norte a sur, del que se conocen los detalles básicos pero que aún guarda algunos secretos, y que comenzará una semana más tarde de lo habitual para no coincidir de lleno con el Mundial de fútbol. El pelotón partirá de la costa atlántica francesa, en la isla de Noirmontier, y ubicará solo dos días después una contrarreloj por equipos en Cholet, con 35 kilómetros. Para animar la nerviosa primera semana, vuelve el espectacular ascenso al Muro de Bretaña, que ya vio pasar el Tour en 2011 y 2015. La épica llama a la inclusión de varios tramos de pavés camino de Roubaix en la novena etapa, justo antes del primer descanso que marcará el inicio de la montaña.
El día de reposo, a mitad de carrera, neutralizará la carrera hasta la zona de los Alpes para iniciar un periplo de cuatro etapas, una de ellas con final inédito en la estación de La Rosière-Montvalezan. Y será en el primero de esos días, el martes 17 de julio, camino de la meta en Le Grand Bornand, cuando el Tour descubra el Plateau del Glières y su ruta de tierra. Una subida de 6 kilómetros, lejana a la meta, de los que los dos últimos kilómetros transcurren por una pista forestal con porcentajes que alcanzan el 11%. En su cima, un monumento en forma de ‘uve’ recuerda a los héroes de la resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial.
Pero mucho más dirá a los aficionados el nombre de Alpe d’Huez. El coloso alpino por excelencia regresa a la carrera como final de la tercera de esas etapas alpinas tres años después del triunfo de Thibaut Pinot. Un retorno cantado, por cierto, ya que desde 1976 el Tour jamás ha prescindido más de tres años seguidos de esta llegada, pero que probablemente planteará una versión recortada ya que se habla de una ascensión por el puerto de Sarenne para enlazar desde ahí solo con los tres últimos km. de Alpe d’Huez.
La última semana
Tras el paso por el macizo central, llegaría la segunda jornada de reposo, el 23 de julio en Carcasona, para dejar la carrera lista para la tercera y última semana que comenzará con cuatro días en los Pirineos y finales, si se cumplen las previsiones, en Luchon, Pau, Luz Ardiden y el inédito Artouste, las dos últimas como llegada en alto y con la jornada de Luz Ardiden como probable etapa reina. Si el amarillo no tiene a esas alturas un dueño claro, todo quedará a expensas de lo que suceda el 28 de julio, solo un día antes del final en París, porque la penúltima etapa plantea una contrarreloj individual de una treintena de kilómetros en el País Vasco Francés, con final en Espelette. A Froome, desde luego, no le desagrada ese epílogo