En Bilbao se rozó el desastre

De no ser por Marc-André ter Stegen ahora mismo Ernesto Valverde ya tendría, como Luis Enrique, su medio tiempo nefasto del Barça para recordar por el resto de sus días. Si en el caso del técnico asturiano dijo que no olvidará nunca el primer tiempo de Turín (el infausto día del 3-0 en Champions, el pasado mes de abril) como el peor recuerdo de su paso por el banquillo azulgrana, en el caso del extremeño este hito estuvo en un tris de producirse ante el Athletic Club el pasado sábado, en el nuevo San Mamés.

Sin duda, las paradas del meta alemán evitaron un fuerte castigo en forma de goles que hubiera sido reflejo del que, en cuanto a juego, fuerza y ambición se refiere, le infligió el Athletic al Barça. Cierto es que hubo una primera mitad más que aceptable y que el 0-2 lo tapó todo al final. O casi todo. Porque no se puede obviar que el Barça, el líder imbatido, fuera incapaz, durante buena parte de la segunda mitad, de trenzar tres pases seguidos y sacudirse de la agobiante presión a que fue sometido. El encuentro no acabó en desastre para el líder gracias a la actuación de Ter Stegen, que ya en la primera parte había abortado dos remates de Aduriz, el segundo en uno contra uno que salvó gracias a sus prodigiosos reflejos. Tras el encuentro poco se ha incidido en el pobre juego exhibido por los azulgrana en esa segunda mitad, sin duda la peor desde que Valverde está en el banquillo. Hemos de creer que haya sido un borrón pasajero y que no volverá a repetirse. Al Real le ocurrió algo parecido ante el Girona, que le arrolló a base de coraje y entusiasmo, no exentos de buen fútbol, y perdió con merecimiento.

Suponemos que Valverde habrá tomado buena nota lo ocurrido, que es más grave aún si se tiene en cuenta que dispuso cuatro centrocampistas (Rakitic, Busquets, Paulinho y Andrè Gomes) para tener mayor dominio de la zona ancha. Por suerte, este Ahtletic no es el suyo, aquel que le endosó un 4-0 al Barça en la Supercopa.