La nueva vida de Ángel Vicioso
A sus 41 años, este temporada se bajó de la bicicleta tras 19 años como profesional
Con la emoción del cálido homenaje que acababa de recibir de sus ex compañeros en Calatayud el pasado 2 de diciembre, Ángel Vicioso puso rumbo junto a su mujer y sus hijos hacia Andorra, donde tiene fijada la residencia desde hace cinco años, donde los niños van al colegio y donde y disfruta de su nueva vida, una vez dejó el ciclismo profesional después de 19 temporadas en los mejores equipos. Muchos son los deportistas que dudan, que se preguntan por su futuro una vez dejen lo que llevan haciendo toda la vida, pero tras hablar con Ángel Vicioso la verdad es que no se aprecia en sus palabras nada de morriña. Todo lo contrario, y sí muchas ganas de abrazar la nueva vida que ya está viviendo, de saborear desde el primer al último minuto del día en compañía de su mujer Raquel y sus hijos Jaime y Manuela. “Mira –explica–, esta mañana después del gimnasio me he comido un pincho de tortilla, lo he saboreado y he disfrutado de un pequeño placer de la vida. Y si me apetece comer dos natillas o dos tabletas de chocolate me las como”.
Nacido en Alhama de Aragón un lejano ya 13 de abril de 1977, Ángel se bajó de la bicicleta con la sensación del trabajo bien hecho, de haberlo dado todo. “Estoy muy orgulloso de todos los años que he estado en el ciclismo y de lo que he conseguido. He tenido días mejores y peores, pero si me dicen cuando empecé que iba a estar tantos años de profesional, que habría estado en los equipos que he estado y que lograría 39 victorias como profesional no me lo hubiera creído. Ha sido un sueño para mí, pero ahora me apetece hacer otras cosas”, apunta. ¿Qué cosas? Pues hacer una vida rutinaria, como la que usted lector puede llevar, aquélla de la que muchos huyen a la búsqueda de nuevas experiencias, pero que cuando llevas 19 años como profesional, cuando estás una temporada tras otra una media de 190 días al año fuera de casa, lejos de los tuyos, añoras como los campos de cultivo añoran el agua que no cae. “Esta nueva vida no me va costar nada. Era de los que pensaba que no había una vida mejor que la del ciclista, y sí que la hay”.
Ubicado en Escaldes (Andorra) Ángel dirige una clínica podológica que inauguró el pasado agosto. Y entre esta clínica, el tiempo que dedica al deporte –todos los días va al gimnasio y sale a correr– y a la familia pasa las horas. De lo que más disfruta es de estar con su familia, y es entonces cuando ve lo mucho que se ha perdido. “Llevar tus hijos al cole, ir a buscarlos, hacer actividades con ellos; es una maravilla”. Todavía emocionado de un homenaje que contó con la ‘crème de la crème’ del ciclismo nacional –Olano, Contador, Beloki, ‘Purito’, Escartín o Luis León Sánchez–, este bilbilitano universal reconoce que ya le había llegado la hora. “Ya tenía una edad, aunque me encontraba bien de forma y recuperaba bien tras una carrera, pero había perdido un poco las ganas de entrenar y la cabeza no acompañaba”. Alejado ya de las exigencias del ciclismo, se queda con el “cariño que he tenido y con los ami- gos que he dejado”. Sigue de cerca la actualidad ciclista y en cierta medi- da aplaude las decisiones de la UCI de eliminar los pinganillos –la co- municación entre el director de equipo y los ciclistas– y de recortar el número de corredores por equi- po, aunque advierte que esta medi- da puede llevar al paro a ex compa- ñeros suyos, “lo que me jode”.
Aprovecha el duro invierno de Andorra para esquiar con sus hijos, ambos en el Club d’Esquí de Ando- rra, aunque a Jaime, 9 años, tam- bién le tira la bici. El día del Crité- rium, en la despedida de su padre, se puso la ropa del Katusha, su último equipo y corrió con una bici que sus padres le regalaron el día de la co- munión. “Es feliz, pero me preocu- pa la carretera”.
Y así transcurre el día a día en al nueva vida de Ángel Vicioso, y cuando se pone nostálgico o quiere recordar su época dorada en el no- ble deporte de la bici abre una male- ta que guarda con celo en la que es- conde los maillots de todos los equipos por los que ha pasado
Ahora se dedica a gestionar una clínica podológica y a disfrutar de la familia
Le gusta que su hijo disfrute con la bici, pero le preocupa el riesgo de la carretera