De Iván a Deulofeu
Ahora que los más recalcitrantes ya rinden pleitesía a Alcácer y Vermaelen, dos de los condenados por los que condenan jugadores antes de que hayan tenido oportunidad de demostrar su valía, hay que glosar el caso de Deulofeu, que es la otra cara de la moneda de los citados. Al de Riudarenes le ha soplado el viento a favor: es de la cantera, ha tenido oportunidades y un trato benévolo. Pero…
Su caso recuerda al de Iván de la Peña, uno de los jugadores con más clase que dio La Masia en los años 90, pero no llegó a tener un puesto fijo en el primer equipo azulgrana y, en cambio, sí se asentó en el Espanyol, con menos exigencia competitiva. Deulofeu tampoco acaba de cuajar en el primer equipo, pese a las no pocas oportunidades que le ha dado Valverde. Su trayectoria comienza a parecerse a la que observó en el Sevilla y en el Everton, en los que comenzó bien para ir palideciendo paulatinamente hasta quedar fuera incluso de las convocatorias y ser cedido al Milan, donde dejó buen recuerdo en el difícil futbol italiano. El Barça le rescató previo pago de 12 millones al Everton. Pero los poco afortunados 25 minutos que disputó ante el Valencia me temo que le habrán sentenciado.
El paralelismo en lo futbolístico con De la Peña reside en que como éste, Deulofeu arriesga demasiado en cada una de sus intervenciones. Quiere hacerlo demasiado bonito y calcula mal sus posibilidades físicas y su inspiración y se olvida que forma parte de un equipo y que también que debe defender. Es el suyo un tipo de juego intuitivo e individualista, que causa estragos en la confianza del técnico. Deulofeu no debe intentar la jugada del siglo en cada balón que le llega, como De la Peña y sus pases imposibles. Internacionales en todas las categorías inferiores, ambos no cuajaron al llegar a lo más alto. Pero Deulofeu aún está a tiempo de remediarlo. Alguien ha de ponerle ante un vídeo y hacerle ver qué ha obligado a sus técnicos a sentarle en el banquillo. No le será difícil adivinarlo