Defender patrimonio
EL BARÇA DEBE DEFENDER SUS derechos, como lo hace con maestría
Mascherano. Por un capitán comprometido que es un jugador básico no bastan cinco millones y ponerle un lazo, eso es infravalorarlo y decirle al mercado que te dejas sablear por cualquiera. El Barça está en un punto que asume su marcha pero pide más dinero por el traspaso, una cantidad acorde con la categoría de Javier. No un enorme dineral, pero sí una cifra que equilibre la llegada inmediata del central colombiano
Yerry Mina, que será seguro por encima de los nueve ‘kilos' pactados si aterrizaba el próximo verano. Una cuantía que no aumente el sambenito de ‘happy flower' que arrastra el club con las operaciones de salida. Con Paulinho hubo que pasar por el tubo y abonar la cláusula de 40 millones que exigió el Guangzhou Evergrande bajo el pretexto, cierto como en el caso de Mascherano, que el brasileño iba a abandonar al equipo en la fase crucial del campeonato. Se pagó la fortuna por un jugador de 29 años y punto.
EN EL SENO DEL CLUB SE ASUME la marcha del ‘Jefecito' por la ley del embudo. Se ha pasado de poner el grito en el cielo a intentar buscar más ventajas que inconvenientes para abrirle la puerta:
Vermaelen, antes un juguete roto, aguanta y es ahora el tercer central; el supuesto declive de Masche, sus 33 años y sobre todo evitar que se quede enfadado en el vestuario con el consiguiente mal rollo. En el club se comenta que la discusión jugador-club es como un divorcio en el que cada parte debe comprender que perderá algo.
UNA SITUACIÓN EN LA QUE NO faltan los momentos de tensión. La escenificación de un ‘divorcio' está, pues, en marcha. No parece que sea una renuncia que el argentino se quede hasta la recuperación de Umtiti, prevista para finales de enero. Para que Mina sea el cuarto central no queda mucho. Del ‘Jefecito' al ‘Obelisco', así se le conoce al colombiano