Un activo no evaluable
En sus primeras declaraciones como jugador del Barça Coutinho ha resaltado lo que antes muchos hicieron en su caso: que ha forzado su salida ante la posibilidad de tocar la excelencia futbolística y jugar al lado de Messi, Iniesta, Suárez, Piqué, Paulinho y otros, para ser partícipe de un estilo único. Y al efecto, incluso ha contribuido de su peculio particular a cumplir su sueño.
Los vaivenes del mercado desde que el estado de Qatar decidió gastar 222 millones por Neymar, el mercado se ha distorsionado hasta límites impensados no hace unos años, sino días. Lo pagado por Dembélé y Coutinho es producto de esa inflación inducida por los que les sobra el dinero. Pero al final un crack siempre resulta caro o barato en función de su rendimiento. Por citar un ejemplo, por Alves se pagaron 36 millones, un precio desorbitado en su momento, pero que resultó ser una ganga en función de lo que aportó a los éxitos del equipo.
Dicho esto, o sea, dejando el precio aparte, el activo inmaterial que se ha forjado el Barça en los últimos años es lo que no tiene precio. Ya Mascherano llegó en su día tras haber puesto dinero de su bolsillo para cumplir su sueño. Dembélé no quiso oír otras ofertas tras conocer el interés del Barça por él. Como Neymar y Ter Stegen. A diferencia de los clubs, el corazón del buen profesional no solo late por el dinero, sino también por sentirse realizado en su trabajo, jugar donde le ilusiona y luchar por tener una vitrina repleta de títulos para mostrárselas a sus nietos.
Poco se valora aún el nivel de excelencia futbolística alcanzado por el Barça de la era Messi ysu reputación mundial, que seducen a los mejores profesionales. El último ejemplo ha sido Coutinho, que ha llegado por su irreductible voluntad de sentirse identificado y ser protagonista en ese estilo único. (Para un brasileño pasar de las brumas y tinieblas de Liverpool al clima, la luminosidad mediterránea y las playas del litoral barcelonés es una bendición divina)