Quarterback rico, quarterbacks pobres
Las finales de Conferencia de la NFL son una ‘rarity’: la más grande superestrella, Tom Brady, que llega con molestias en la mano de lanzar, frente a tres actores de reparto: Bortles, Foles y el sorprendente Keenum
En ningún deporte de equipo hay una posición tan determinante como la del quarterback. Es el eje sobre el que pivota todo el juego ofensivo del equipo, quien decide si se ataca por aire o por tierra, a la derecha o a la izquierda, quien capitaliza los éxitos y se traga los fracasos. La mayoría de las veces un equipo es tan competente como lo sea su quarterback. Pero no siempre. Las finales de Conferencia este domingo (New England vs. Jacksonville en la AFC y Philadelphia vs. Minnesota en la NFC) son el mejor ejemplo de que a veces se puede llegar lejos aunque quien maneje las riendas pertenezca a la clase media/baja del escalafón.
A estas alturas de la temporada, en la antesala de la Super Bowl, no suele haber medias tintas. La pasada campaña los cuatro QB en liza eran nada menos que Tom Brady (Patriots), Ben Roethlisberger (Steelers), Matt Ryan (Falcons) y Aaron Rodgers (Packers). En ediciones previas aparecían también fueras de serie como Peyton Manning, Russell Wilson o Cam Newton. Y sí, ahora sigue estando Brady en el guión –lleva ya siete finales de la AFC consecutivas–, pero nadie esperaba a los otros tres: Blake Bortles (Jaguars), Nick Foles (Eagles) y Case Keenum (Vikings).
Tom Brady es el nº 1, el GOAT (Greatest Of All Time) indiscutible, y cualquier comparación con él resulta odiosa. Cinco anillos de campeón, eternamente joven y competitivo a los 40, su mágica asociación con el técnico Bill Belichick sigue siendo tan productiva como siempre. Ha jugado a un altísimo nivel, no parece tener el menor achaque pese a su edad y lidera una máquina que funciona a la perfección. Posee una treintena de récords históricos de la Liga, entre ellos casi todos los de playoff, y es el vigente campeón. No está nada mal para un chico quien el ‘coach’ Belichick rescató en la sexta ronda de draft cuando nadie creía en él.
La mano de Tom
La noticia de su lesión en la mano derecha, la de lanzar, durante un entrenamiento esta semana, ha sobresaltado a los fans de los Patriots. No hay fractura, dicen las radiografías. Ayer entrenó con guantes y fuentes del equipo aseguraron que Tom jugará, aunque cualquier molestia en la mano de un quarterback puede tener efectos devastadores.
Las estadísticas son sonrojantes para sus actuales rivales. Brady ha disputado 297 partidos en sus 18 campañas como profesional. Entre Bortles (64), Foles (51) y Keenum (41) suman 256, 41 menos que él. En cuanto a encuentros a vida o muerte, el líder de los Pats ha jugado 42 (incluyendo siete Super Bowls); entre los otros tres acumulan sólo 5. Les puede dar varias masterclass de cómo se maneja la presión. En lo que respecta a su ficha, Brady tiene una hoja de servicios suficiente como para ser el jugador mejor pagado de la NFL (hoy es Derek Carr, quarterback de Oakland Raiders, con 25 millones de $ por temporada) pero se avino a rebajar su sueldo para que New England dispusiera de mayor margen salarial para reforzar el equipo. ‘Sólo’ cobra 14 millones anuales, casi tanto como el trío rival combinado: 7 millones Foles, 6.5 Bortles y 2 Keenum.
¿Cómo se explica entonces que tres quarterbacks modestos estén a un paso de la Super Bowl? En primer lugar, el hecho de que no sean ‘top’ no les convierte en malos jugadores, cada uno de ellos ha recorrido un trayecto particular hasta llegar aquí y arrastra una historia. Y en segundo lugar, un quarterback y el ataque que dirige es sólo una parte de la ecuación: Jaguars, Eagles y Vikings tienen unas defensas magníficas y buenos equipos especiales, y es bien sabido que si la ofensiva otorga reconocimiento, es la zaga la que siembra los títulos.
Blake Bortles (25 años, 1.96 m.) estaba llamado a ser una figura tras un exitoso paso por la universidad de Central Florida, como certifica el hecho de que Jacksonville le eligiera en el nº 3 del draft de 2014. Pero desde entonces ha cuajado temporadas mediocres con pésimas estadísticas de pase. Afortunadamente ahora los Jags tienen una defensa espectacular liderada por el coloso Calais Campbell (2.03 m. y 136 kg) y el eléctrico Jalen Ramsey y un solvente juego de carrera con el bulldozer novato Leonard Fournette, así que el juego aéreo no es una prioridad. Tras ganar por un pírrico 10-3 a Buffalo Bills en la ronda de ‘wild cards’ le llovieron ácidas críticas que muchos tuvieron que tragarse luego en el playoff divisional, cuando los Jags asaltaron el fortín de Pittsburgh (42-45) con certeras apariciones de su quarterback.
Nick Foles (28 años, 1.98 m.) llegó a Philadelphia en 2012 (3ª ronda de draft) como suplente de Michael Vick y en su segundo curso tuvo un año espectacular, con un partido perfecto en Oakland en el que lanzó 7 touchdowns, clasificando al equipo para el playoff y cayendo de entrada. La siguiente campaña no confirmó las expectativas y acabó traspasado a los Rams primero y a Kansas después para acabar regresando
Brady es el nº 1, ha jugado 297 partidos y toda comparación con él resulta odiosa
Entre Bortles (64), Foles (51) y Keenum (41) suman 256, 41 menos que él
a Philly como suplente del titularísimo Carson Wentz. Wentz ha convertido a los Eagles en el mejor equipo de la NFC, pero se rompió los ligamentos a dos jornadas del final de la ‘regular season’ y Foles se encontró de sopetón conduciendo ese Ferrari a las puertas del playoff.
Por último, Case Keenum (29 años, 1.85 m.) es la Cenicienta de la temporada. Pese a una sólida trayectoria universitaria en Houston, el draft le olvidó y acabó en el equipo de prácticas de los Texans. Tras un año en blanco entró en la plantilla de 53 jugadores gracias a la lesión de Ryan Fitzpatrick y disputó algunos encuentros antes de ser traspasado a los Rams… como suplente de Nick Foles. Finalmente titular, la llegada a la franquicia de todo un nº 1 de draft como Jared Goff le dejó en la estacada una vez más. En marzo de 2017 firmó por un año con los Vikings como teórico tercer quarterback tras Sam Bradford y Teddy Bridgewater. Se lesionaron ambos y Keenum se hizo cargo del equipo ya en la segunda jornada. El suplente del suplente se reveló como un extraordinario dinamizador ofensivo y convirtió a un equipo eficaz pero aburrido en un equipo atractivo. El milagroso pase de touchdown a Stefon Diggs en el último segundo del playoff divisional contra los Saints ha endulzado su bonita historia