COMO UN CAMPEÓN
El Barça da un golpe de autoridad en la Liga con una ‘manita’ al Betis y la sensación de que nadie puede discutirle el título Un gol de Rakitic y un par de dobletes de Suárez y de un Messi brutal amplían más la distancia con sus perseguidores
Con la autoridad de un campeón, con una ‘manita’ intachable al Betis, el Barça asestó un golpe perverso a la Liga. No solo aleja aún más a Atlético y Valencia, no solo deja al Real Madrid tiritando, sino que alza la voz en pleno mes de enero para decir que este título es suyo, que no hay ningún candidato más. Ante un Betis que, por juego y planteamiento, podía manchar su liderato, un rival que ya había ganado a los blancos en el Bernabéu y el derbi ante el Sevilla, los azulgrana dieron una inteligente lección de fútbol y, sobre todo, de ambición. El trofeo es suyo, si no lo deja caer de las manos.
Fue una goleada trabajada, costosa y también disfrutada. Con un Messi brutal, inmenso, incluso ovacionado. Frente a un equipo dispuesto a discutirle el balón, Valverde alineó a cuatro centrocampistas. La Liga, lo dejó claro, es la prioridad y había que rentabilizar los tropiezos de sus perseguidores. Fiel a su talante, Quique Setién tiró también de su dibujo ofensivo y el partido propuso dos planteamientos calcados, basados en la presión, reducción de espacios y recuperación del balón. Sucedió que el Barça es muy bueno, demasiado en este escenario.
El ritmo fue altísimo desde el pitido inicial. Animados por una grada entregada, los béticos aplicaron mejor su idea, encontrando huecos para un chut raso y algo desviado de Guardado y un remate al vuelo de Joaquín. A medida que se avanzaba, recurriendo a su mejor cali- dad en los duelos individuales, el Barça se sacudió el desafío y carburó acciones de réplica. Con timidez Semedo, con fuerza Sergi Roberto, cuyo disparo a trompicones salió alto y con puntería Rakitic, aunque Adan le adivinó la intención. Messi, obligado a la lucha cuerpo a cuerpo, lo intentó sin suerte. Como Busquets.
En esencia, los dos equipos jugaron con el balón. En alguna ocasión, el Betis se lo apropió, como también la posesión, pero el Barça sabe madurar los partidos críticos. Y lo consiguió, mostrando su versión más fiable y resolutiva. Y cuando empezaba a escribir el guión, el infortunio hizo presencia. Vermaelen caía lesionado como le pasó a Umtiti ante el Celta, persiguiendo a un rival por la banda. Fue una primera mitad condimentada con alguna incidencia. Revo- lucionado, André cometía todas las faltas hasta que fue amonestado.
¡Qué cuarenta y cinco minutos!
La reanudación mantuvo los mismos parámetros. Máxima intensidad, extrema implicación y capacidad para dar con soluciones válidas. Pero el Barça encontró rédito pronto para encarrilar el partido. Fue al contragolpe, en una jugada bien hilvanada. Trenzada, como dibujada en un papel. Ter Stegen, Umtiti, Rakitic, André Gomes y Luis Suárez, en largo, a Rakitic. Todo casi al primer toque. La carrera del croata acabó con un disparo raso y con la izquierda. Tuvo que ser un ex del Sevilla quien triturara el marcador. Era el minuto 58
La lata estaba abierta. Al fin, el Betis empezaba a claudicar. La valentía de Setién se sumergía y el Barça entraba en modo apisonadora. Cinco minutos después, una pérdida de balón andaluz en el centro del campo supuso el segundo gol. Otro robo de Busquets, otro pase en largo a Messi que regresaba andando y otro fusilamiento. Tuvo un aire a aquel contra el Villarreal.
Con dos de ventaja, ya no tuvieron piedad. Hundidos, los béticos no reaccionaron. Algún chispazo de algún jugador bético que aún le quedaba gasolina. Nada más. La sentencia la firmó Luis Suárez. El uruguayo siempre se apunta cuando tiene al Betis delante. El antepenúltimo, en el 68, tras un buen centro de Rakitic. Una volea que incrustó a la izquierda de Adán.
Pero Messi es insaciable. No tiene freno. Nunca. Noqueado como estaban ya los andaluces, una contra impulsada por su amigo Luis la remató con una carrera soberbia a los 80’, un par de driblings y un tiro cruzado. El Pichichi era el mejor. La gente desfilaba camino de la salida. No hay nada que hacer, decía uno. Es el campeón. Se perdieron el quinto, de Suárez. Otra diabólica conexión con Leo en el 89’