El fracaso del proyecto 2.0
El equipo de Sánchez Flores tiene ocho puntos menos que en la pasada campaña a estas alturas y nunca ha tenido definido el objetivo
Quedan nueve jornadas de Liga pero parece que el Espanyol, salvo, milagro, tiene la Liga acabada en cuanto a un objetivo que invite a soñar a la afición. No hay ninguna duda de que el proyecto 2.0 ha fracasado. Ésta tenía que ser la temporada de la confirmación del 1.0 y del despegue en el Campeonato para alcanzar la tan deseada Europa pero todo ha quedado en nada. En esta campaña ni tan siquiera se han acercado los pericos a la séptima plaza y el reto quedó indefinido desde que el balón empezó a rodar en la competición oficial dada la gran irregularidad que ha venido mostrando el equipo desde el inicio. Los de Quique Sánchez Flores tienen ocho puntos menos que en la 2016-17 a estas alturas. En la jornada 29 ha había alcanzado los 43 puntos y ahora solo cuenta con 35. Cierto es que el año pasado también empezaron siendo muy irregulares y pronto quedaron situados en la zona de abajo, rozando el descenso. Pero enderezaron el rumbo y en la jornada 21 se colocaron en 8ª posición, cayendo a la 9ª en la 24, apoderándose de ella hasta la 36. Acabaron el Campeonato con 56 puntos, en el puesto 8.
En la presente campaña, no han pasado del 10º lugar y lo lograron en la jornada 10. Después, se situaron en la zona media-baja de la tabla sin demasiado movimiento, pese a enlazar una racha de siete partidos sin perder.
Los números, lógicamente, han sido peores que en la anterior temporada. En la actual llevan tres victorias menos y dos derrotas más, mientras que están iguala- dos en empates. Otra de las diferencias están en la eficacia ofensi- va. En la 2016-17 habían marcado 42 goles en 29 jornadas y en la pre- sente solo han conseguido 29. Es decir, 16 tantos menos. En cambio, en esta Liga han encajado tres go- les menos que en la pasada.
El Espanyol debe marcarse un reto que le permita afrontar con ilusión los nueve compromisos que quedan para no caer en un ex- cesivo conformismo