Valiente como Gabriele
Cuando Gabriele Grunewald supo que padecía cáncer había viajado por primera vez con su equipo de atletismo de la Universidad de Minnesota para una competición. Era el año 2009 y estaba en la recepción de un hotel cuando recibió la llamada en la que le dieron los resultados de la biopsia: carcinoma adenoide quístico. Tenía solo 22 años. Su entrenador dio por hecho que no correría los 1500 metros al día siguiente, pero ella se negó y consiguió una buena marca. Han pasado nueve años, ha sido intervenida quirúrgicamente en cuatro ocasiones, se ha sometido a quimioterapias y radiación y ahora está probando un nuevo método basado en la inmunología, pero no ha dejado de correr, nunca. Y se ha convertido en una inspiración, un ejemplo para muchos que ven en su persistencia, su carácter luchador, su optimismo, un faro que les guía.
El carcinoma adenoide quístico es un cáncer poco habitual, uno raro. Todo empezó por un pequeño quiste detrás de una oreja y la noticia la aterró, pero tras la primera operación se agarró al deporte como terapia. “Algunos días iba corriendo hasta el hospital para someterme al tratamiento de radiación y volvía corriendo después a casa. Eran solo 10 minutos, no era un entrenamiento de verdad, pero era una manera de mantenerme conectada al deporte que tanto amo. Sabía que si lograba recuperarme volvería a competir, sólo tenía que tener paciencia”, explica. Era especialista en el medio fondo y tres meses después volvió y sintió que estaba recuperada. Sin embargo, en el 2010 le diagnosticaron un cáncer de tiroides. Otra operación, otro tratamiento, pero solo un año después consiguió quedar en cuarta posición en los Trials de su país en los 1.500 metros y en el 2014 su mayor éxito: se proclamó campeona en pista cubierta en los 3.000. La vida, su vida, continuaba.
La recaída más dura
Gabriele estaba consiguiendo las mejores marcas de su carrera y había conocido a Justin, un corredor de maratones con el que se casó. Era el 2016, el cáncer parecía cosa del pasado y había vuelto a competir en los Trials con el sueño de poder clasificarse para Río, pero un día Justin la abrazó y sintió que uno de sus costados estaba duro: le tuvieron que extirpar la mitad del hígado para quitarle un tumor del tamaño de una pelota de beisbol. Fue entonces cuando se puso en manos del doctor Ho, una eminencia, en el Memorial Sloan de Nueva York para probar con un nuevo tratamiento de inmunoterapia ya que después de la operación los escáneres revelaron que tenía aún una docena de pequeños tumores en el hígado.
“Intento no perder demasiado tiempo preguntándome ¿por qué yo? Esa lección ya la he aprendido”, explica Grunewald, que desde la primera vez que le diagnosticaron cáncer decidió hacerlo público y en sus redes sociales, donde tiene miles de seguidores, explica sus avances, los tratamientos y también sus entrenamientos, porque nunca ha dejado de correr. De hecho, el año pasado volvió a presentarse en los Trials para el Mundial. Quedó la última, pero cruzó la meta y se llevó una gran ovación de los aficionados mientras sus compañeras la rodearon en círculo como muestra de respeto y afecto. “Ha sido un año muy duro, sobre todo mentalmente porque físicamente no tengo síntomas, me encuentro bien y mi hígado funciona con normalidad, pero a veces es muy frustrante no poder seguir con una rutina de entrenamientos así que me pongo pequeños retos y nunca a largo plazo”, cuenta.
Junto a su marido ha puesto en marcha una fundación para recoger fondos para la investigación del cáncer y bajo el lema ‘Brave like Gabe’ (Valiente como Gabe) cada día recibe fotografías de corredores aficionados de todo el país que la cuentan sus pequeños progresos y lo mucho que el deporte les ha ayudado para sobrellevar sus enfermedades al tiempo que le agradecen que ella mantenga la esperanza de recuperarse plenamente: “La esperanza es fundamental. Estoy probando con este tratamiento y hay excelentes especialistas que me están ayudando y me ayudan a ser positiva. Tengo que pensar que algún día algo funcionará por fin. No pienso tirar la toalla y creo que ser una atleta, ser una corredora, ha tenido un efecto muy beneficioso en la manera en la que estoy lidiando contra el cáncer”.
Gabriele Grunewald se ha convertido en un ejemplo y también en una celebridad. El famoso presentador de televisión Chip Gaines supo su historia, la ha contratado como su entrenadora y se está preparando para correr su primera maratón al tiempo que visibiliza la fundación y ayuda de esa manera a que crezca publicando en sus redes sociales las distancias que va corriendo cada día con el lema ‘Brave like Gabe’.
A sus 31 años le quedan muchos sueños por cumplir “como tener hijos, por ejemplo, pero voy poco a poco, día a día, como si fuera un plan de entrenamiento en el que vas aumentando y mejorando. Pienso en pequeños plazos, debo hacerlo así, pero no voy a rendirme”
No ha dejado de correr nunca pese a cuatro operaciones por cáncer y otros tratamientos
Grunewald, 31 años, se ha convertido en un ejemplo y también una celebridad