Bjoerndalen, el ‘Phelps blanco’, dice adiós
El hombre con más medallas en los Juegos de Invierno (13) se retira a los 44 años por problemas cardíacos
Para Ole Einar Bjoerndalen ya no habrá más meses enteros en su ‘CAR’ ambulante, sobre cuatro ruedas, intentando agrandar la leyenda del hombre que ha encarnado en los deportes de invierno el papel que Michael Phelps tuvo en los Juegos Olímpicos de verano. El biatleta noruego anunció ayer, a los 44 años, que cuelga definitivamente los esquís y la carabina, las herramientas con las que durante un cuarto de siglo ha sumado 13 medallas olímpicas, ocho de ellas de oro, más que nadie en la historia, y nada menos que 45 medallas en Mundiales. Unas preocupantes palpitaciones en el corazón de este súper atleta han puesto fin definitivamente a un palmarés sin igual en versión masculina, aunque superado en las citas olímpicas, entre las mujeres, por Marit Bjoergen.
Bjoerndalen se preparaba para el fin de sus aventuras deportivas desde hacía unos meses, cuando quedó fuera de los Juegos Olímpicos de PyeongChang por criterios deportivos. Durante ese frustrado intento de ganarse el billete para la cita coreana, se le detectaron unos problemas cardíacos que ayer desveló y esgrimió como motivo de la retirada. Las primeras fibrilaciones auriculares se le detectaron el pasado verano, y no han desaparecido, aunque ello no le impidió seguir entrenando y compitiendo.
“Me gustaría poder decir hoy que lo dejo porque estoy triste y saciado de competir y de sumar éxitos, o que ya no estoy motivado, pero no es así. Mi motivación seguía siendo imparable. Si he decidido parar, es por los consejos de los médicos y por mi familia”, dijo Bjoerndalen emocionado durante la rueda de prensa en Oslo en la que anunció su adiós al biatlón que le ha hecho legendario desde que debutó en los Juegos en 1994, hace ahora casi un cuarto de siglo.
Los números hablan por Bjoerndalen. Sus 13 preseas olímpicas le convierten en el hombre más laureado en la historia de los Juegos ‘blancos’ y en el segundo deportista en total, por detrás de una mujer, su compatriota Marit Bjoergen, quien rebasó su récord en PyeongChang. Y entre sus 45 medallas en Mundiales figuran nada menos que 20 oros. Eso sin hablar de seis ‘Globos de Cristal’ de la Copa del Mundo, 95 victorias individuales -incluso alguna en esquí de fondo- y 179 podios en la Copa del Mundo. El cénit de su carrera, probablemente, llegó en 2002, en los Juegos de Salt Lake City, con cuatro medallas de oro enmarcando una actuación perfecta.
Después de aquello, Bjoerndalen ha seguido siendo el mejor durante más de una década, y solo en 2018 comenzó a dar pistas de un declive físico. La tristeza por su no inclusión en los Juegos de PyeongChang quedó al menos compensada por el éxito de su esposa, la bielorrusa Darya Domracheva, a quien Ole hace de entrenador y que se marchó de la cita coreana con un oro en relevos y una plata individual.
En la que ya es su última temporada, Bjoerndalen había puesto en marcha la maquinaria con la misma minuciosidad de siempre, un rasgo que le ha hecho célebre. Noruega lleva años dotando de los mejores medios a la estrella número uno de su deporte, y Ole volvió al autobús que es desde hace mucho su cuartel general móvil, dotado con gimnasio, campo de tiro por infrarrojos y cinta para los esquís de ruedas, un simulador en el que construyó sus mejores éxitos. Pero algo no marchaba. “La temporada no iba bien, los resultados eran inferiores a lo que esperaba”, reconoció. Y los especialistas no tardaron en relacionar esa crisis con sus problemas cardíacos.
Ahora que ya no se pondrá los esquís ni se colgará el fusil, algunos le ven como el candidato ideal para presidir la Unión Internacional de Biatlón, el deporte que lleva prácticamente su apellido, pero Ole quiere “tiempo para reflexionar”. Se lo ha ganado. “Es uno de los mejores de la historia. Un verdadero modelo de deportista olímpico para los jóvenes”, le describió el presidente del COI, Thomas Bach
“Me gustaría decir adiós porque estoy saciado, pero no es así. Es el corazón”
Un legendaria minuciosidad le ha mantenido en la cima casi un cuarto de siglo