Mundo Deportivo

Villanova se corona campeón con una fase final memorable

Los Wildcats han batido esta temporada el récord histórico de triples anotados, con 464

- AP

Los Wildcats de Villanova derrotaron a Michigan (79-62) en la gran final de la NCAA masculina y completaro­n de esta forma una de las actuacione­s en playoff más dominantes de la historia, ganando los últimos seis partidos por más de 10 puntos, algo que sólo habían logrado equipos históricos como Michigan State (2000), Duke (2001) o North Carolina (2009) y superando a sus dos rivales en la Final Four por 16 puntos o más, registro que sólo tenía la legendaria UCLA de 1968. Asimismo, es el segundo título de campeón en los últimos tres años, un éxito realmente difícil de conseguir que le coloca junto a conjuntos legendario­s como Duke, Kentucky y Florida. Y es su tercer título: el primero llegó en 1985 con Rollie Massimino de entrenador.

“Sabía que éramos buenos, pero no que pudiésemos ganar así”, admitió Jay Wright, entrenador de Villanova, quien se convierte de esta forma en el técnico número 14 de la NCAA en ganar más de un título universita­rio. Los Wildcats, que habían firmado un balance de 36 victorias y 4 derrotas en la fase regular esta temporada, se impusieron en el playoff por diferencia­s de 26, 23, 12, 12, 16 y 17 puntos. En algunos encuentros vencieron gracias a su gran inspiració­n en los triples, como, por ejemplo, en la semifinal frente a Kansas, en la que enchufaron 18 lanzamient­os de tres puntos, récord histórico de la Final Four, pero en otros también merced a su defensa, como contra Texas Tech, a la que dejaron en un 33 por ciento en tiros de campo. En la final fue un jugador reserva, el escolta Donte DiVincenzo, quien fue decisivo con sus 31 puntos anotados.

Villanova, ciertament­e, ha utilizado el triple asiduament­e y le ha ido muy bien, metiendo 464 lanzamient­os a lo largo de la temporada, lo que supone un récord en la historia de la competició­n, pone fin a la idea histórica de que el ataque de los equipos tiene que girar en torno a los pívots o jugadores interiores y quizá plantea la necesidad de alejar la distancia de la línea de tres puntos.

Se trata, por otra parte, de un equipo en el que no hay grandes estrellas, es decir, ninguno de estos jugadores es de esos que ya están preparados para la NBA y sólo se quedan un año en la NCAA, pero sí hay varios que podrían acabar en profesiona­les, como pueden ser el base Jalen Brunson, el alero Mikal Bridges, el ala-pívot Omari Spellman y el propio DiVincenzo.

Un reserva decisivo

Este último jugador se convirtió en el gran protagonis­ta de la final de la NCAA al anotar 31 puntos saliendo desde el banquillo y contribuir de esta forma al triunfo de su equipo, los Wildcats de Villanova, frente a Michigan por 79-62. El Michael Jordan de Delaware, como le llaman sus compañeros de equipo, está en su tercer año de universida­d y ya conquistó el título en su primer temporada, aunque en aquel momento lo vivió desde el banquillo, porque estuvo casi toda la campaña lesionado. En la final resultó clave y fue elegido mejor jugador (MOP, Most Outstandin­g Player). Se trata del primer reser- va que lo logra desde Luke Han- cock en 2013 con Louisville y el pri- mero que supera la barrera de los 30 puntos en una final NCAA des- de Miles Simon, de Arizona, en 1997. A DiVincenzo también le apodan ‘Big Ragú’. Ragú es un guiso con trozos de carne que se usa para acompañar a la pasta. “Me lo dicen por el apellido italiano y por- que soy pelirrojo”, explica el pro- pio jugador, quien había prome- diado 13 puntos por encuentro antes de meter 10 de sus 15 lanza- mientos en la final

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FOTO: AP Donte DiVincenzo, de Villanova, felicitado por sus compañeros de equipo tras ganar la final de la NCAA

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