Aguantar el chaparrón
Sin una plantilla adecuada para tres competiciones el Barça debe ser realista y mirar hacia delante
El presidente Josep Maria Bartomeu lideró con mucha franqueza la hecatombe de Roma. Dijo lo que tenía que decir. “Han sido mejores que nosotros; no merecimos pasar a semifinales”.
Y así fue. El barcelonismo puede llevarse un gran berrinche, pero lo cierto es que el equipo no tenía esta temporada los mimbres para pelear en las tres competiciones. Y, además, parece como si los buenos de Iniesta, Busquets y el propio Leo no llegaron a la capital italiana en la mejor de las condiciones.
Ernesto Valverde, después de la debacle de la Supercopa de España ante el eterno rival puso todos sus huevos en el cesto de la Liga y la inesperada eliminación del Real Madrid en Copa le sirvió para soñar prematuramente con la segunda competición española.
Con el doblete al alcance de la mano -aún hay que ganarlotodo parecía perfecto cuando en el bombo de la Champions apareció el nombre del equipo más asequible: la AS Roma.
Pero las cosas se han torcido. Hace ya varias semanas que el entrenador piensa claramente en la Liga. El pasado sábado jugó con toda su artillería ante el Leganés… y esta temporada, además, no parecía que el equipo pisara fuerte en Europa. El equipo ha ido tirando en la Champions, y cuando se llega a cuartos o estás enchufado o caes, como le ha pasado al Manchester City, al que parece haberle afectado tanto el nerviosismo como el creciente vedetismo de su entrenador.
Destacadísimo en la Liga, con paseo incluido por el Bernabéu, el Barça se reforzó con Philippe Coutinho sin pensar en la Champions. Ese fue un error estratégico si se quería aspirar a los tres títulos. Los cálculos le han ido bien a Valverde si los números cuadran y gana un doblete, pero ha pinchado en Europa. Con todas las de la Ley y de una forma muy dañina para la imagen del club.
Ahora el equipo y los aficionados deberían tranquilizarse. No hay otra. El mundo no se acaba, y aún queda mucho por hacer para alcanzar los títulos estatales.
En una semana, los blaugranas jugarán ante el Valencia, en Vigo contra el Celta y la final de Copa con el correoso Sevilla. El equipo no debería perder el foco. Rasgarse las vestiduras más allá de la lógica lamentación no sirve de nada. Esto es un deporte, los errores se pagan y los fallos de planificación de este año servirán para mejorar la próxima temporada. Eso sí, en los partidos que quedan hay que ir a tope, no jugar al ralentí como en Sevilla.
Lo peor sería que la caída de Roma pase factura y que el dato de que con Messi, sólo hemos ganado una Champions en ocho años termine por minar la moral. Los adversarios, que han escondido desde hace meses la penosa liga de los blancos, han sacado toda su artillería para profundizar en las heridas del Barça. Así es el fútbol. Ahora toca aguantar.
Los más pesimistas pensarán
que se puede perder la Liga y la Copa, pero es difícil que eso ocurra. Lo que no es tan difícil es que el Real Madrid, ahora favorito en la Champions tras el penalti del Bernabéu ante la Juventus, llegue a su tercera final consecutiva y la gane.
Trece Copas de Europa y una nueva campaña para hacer creer que Ronaldo es el mejor sería una carga muy pesada. Pero hay que tener muy claro que si los blancos ganan la Champions no valdrá engañarse al solitario, se tendrá que reconocer las propias flaquezas y respetar el triunfo de los adversarios
El Barça ha puesto todo su empeño en la Liga y su paso por esta Champions, al margen del pésimo desenlace del martes, ha sido muy deficiente