Mundo Deportivo

Un maravillos­o viaje de 22 años

Iniesta ha convertido los obstáculos en estímulos y las dudas en éxitos desde su llegada a La Masia en 1996

- Javier Gascón

La aventura de Andrés Iniesta en el Barça comenzó un 16 de septiembre de 1996, el día que se subió en Fuentealbi­lla (Albacete) al Ford Orion azul oscuro de su padre, José Antonio, en compañía de su madre, Mari, y de su abuelo, Andrés. Su hermana, Maribel, se quedó en casa. 500 kilómetros le separaban de La Masia, su nuevo hogar, entonces al lado del Camp Nou, ya en una ciudad de Barcelona de la que no se ha separado durante 22 años maravillos­os.

El silencio en un viaje que a su padre le recordó “un funeral”, con el ruido del motor del coche como único sonido, fue el anticipo de una noche que Iniesta todavía califica como “terrible”. La soledad de un niño de 12 años al alejarse de su familia. Las lágrimas en la despedida. Las dudas. Sus familiares se quedaron en un hotel a 300 metros pensando que igual tenían que recogerle esa misma madrugada.

Poco a poco, se hizo fuerte en La Masia, con el estímulo del balón y nuevos amigos como Víctor Valdés, su protector tras un encontrona­zo inicial en el que el luego gran portero azulgrana apreció un carácter escondido, el de los genios.

Si el Barça se había enamorado de él en el Torneo Nacional Alevín de Fútbol 7 de Brunete de 1996, con la camiseta del Albacete, otro torneo de fútbol base, la prestigios­a Nike Premier Cup de

1999 le puso el cartel de joya de la cantera azulgrana. Los técnicos creían en él y en febrero de 2001, con 16 años, ya se entrenaba con el primer equipo a las órdenes de Serra Ferrer, aunque no debutó hasta octubre de 2002 con Van Gaal en Brujas.

Ya había llegado, pero como aquella primera noche, nada fue fácil. Se alternó con el Barça B. Le costó afianzarse en el once inicial y sufrió una enorme decepción cuando Rijkaard le dejó en el banquillo en París en la final de la Champions de 2006. Afortunada­mente, entró tras el descanso y recuperó el ánimo para liderar la remontada y el título.

Ya fijo en la selección española con Luis Aragonés, campeón de la Eurocopa en 2008, con Pep Guardiola lució su mejor fútbol en el Barça y le encumbró su milagroso gol al Chelsea camino de la final de Roma, donde, pese a jugar lesionado, asistió a Eto’o en el primer gol.

Aquel riesgo le pasó factura. La lesión no desaparecí­a, perdió confianza y todo se desmoronó cuando murió su amigo, Dani Jarque en agosto de 2009. Anna, su pareja desde 2007, le ayudó, también los médicos. Y se liberó de todos sus miedos, físicos y psicológic­os, con el gol en la final del Mundial de 2010 que dio el título a España.

Desde entonces, Iniesta ha volado, encadenand­o años de excelencia y títulos: con 34 es el español más laureado: 31 en el Barça (32 si cae la Liga) y tres con ‘la Roja’.

El viaje sigue, pero ya no en aquel Ford Orion, sino en un avión rumbo a un destino lejano. Y de silencio, nada, que Valeria, Paolo Andrea y Siena ya pondrán el ruido de la felicidad

Su primera noche fue “terrible” tras un viaje familiar en silencio en un Ford Orion azul

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FOTO: MANEL MONTILLA Iniesta celebra su gol en la Nike Premier Cup de 1999 Ya iba lanzado
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FOTO: AP Tras la final de Copa del pasado sábado, cantando con el trofeo

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