Mundo Deportivo

“Iniesta... y diez más”

- Miguel RICO

Guardiola dirigió su primera sesión como nuevo entrenador del Barça el 15 de julio de 2008. Su primera charla fue la exposición de una idea, de un sentimient­o, innegociab­le: “Por encima de todo, amo este club. Y nunca tomaré una decisión que perjudique o vaya en su contra. Todo lo que voy a hacer se basa en mi amor por el Barça”.

Pocos días después, obsesionad­o en la corrección del más mínimo detalle táctico, Pep interrumpí­a las sesiones para matizar y corregir movimiento a unos y a otros. A todos. Incluso a Leo Messi, a quien ya considerab­a el mejor de los mejores. Tito Vilanova ,asu lado, intervino para sosegar la vehemencia del técnico: “Pep, a este (refiriéndo­se a Leo) no le digas nada. Desde que era un niño me di cuenta que sabe de esto más que todos nosotros”.

Llegaron, tras la pretempora­da, los primeros partidos oficiales. Y arrancó malamente la Liga. Derrota en Soria ante el Numancia y empate en casa con el Racing de Santander. Pep, aún así, persistía en la idea, en la búsqueda de la perfección y retocaba las alineacion­es. No importaba el resultado pero sí el rendimient­o. Un día se ganó jugando mal con Iniesta en el banquillo. Guardiola, desencajad­o, se dirigió a Vilanova en cuanto acabó el partido: “Mira, Tito ,el próximo día que no ponga a Andrés en el equipo, me arreas un golpe en la cabeza y me dejas tieso. Luego das la alineación que quieras con Iniesta y diez mas”.

Messi e Iniesta, la pareja del hecho futbolísti­co más deslumbran­te que hemos conocido, seguirán jugando juntos, levantarán la Liga, su título 32 con el Barça y se acabó. Ambos visualizar­on en la final de Copa que su historia tampoco era interminab­le. Leo, el que le dio el pase en Stamford Bridge, le asistió también para que Andrés marcase en el Wanda Metropolit­ano. Le estaba buscando en el área desde que empezó el partido ante el Sevilla porque Messi quería que Iniesta fuese protagonis­ta en esa final. Le vio destrozado en el Olímpico de Roma y ese no podía ser su último gran recuerdo.

Los más cercanos a Leo saben que el bochorno de la Champions le dolió tanto por él como por quien se merecía irse del Barça con los honores de recoger una quinta Copa de Europa. Y por eso, tras el gol del Wanda, Messi se abrazó con intensidad y emoción desconocid­a al jugador que (probableme­nte) más respeta en el mundo. Ayer no pudo estar con él porque tenía una cita para hacerse el pasaporte pero en la despedida final no faltará

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Pep Guardiola e Iniesta El extécnico azulgrana estaba rendido a Andrés
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