Basta ya de complejos
Riazor se rindió a Iniesta, hizo el pasillo al Barça por ganar la Copa mientras el ‘hat-trick’ de Messi, que alcanzaba sus 1.000 goles, le sepultaban a Segunda. Me parece genuinamente deportiva esta actitud de ‘fair play’. Valverde merece un reconocimiento por el octavo doblete de la historia del Barça, que ha ganado siete de las diez últimas Ligas. La dicha para el barcelonismo casi nunca es completa. Para algunos comentaristas pesa más la derrota en Roma que el doblete. El síndrome Champions puede llegar a amargar temporadas excelentes como la vivida. Dados los espectaculares resultados cosechados en este siglo, pensaba que se había superado el complejo de madriditis aguda que ataca fuerte cuando el Madrid se acerca a una final europea. Basta ya. La celebración de la Liga en el espacio mediático catalán ha sido con desgana y contención. Quienes hemos hecho guardia en garitas con títulos en cuentagotas, y no cada año, celebramos con entusiasmo una Liga en la que no se ha perdido ni un solo partido. Han sido y son años de abundancia. En los siete años de Laporta se ganaron cinco Ligas, una Copa y dos Champions; en la etapa de ocho temporadas de Sandro Rosell, más Bartomeu se han cosechado cinco Ligas, cinco Copas y dos Champions. No está mal. Los complejos son malos para la salud y disminuyen la auto estima. Son hijos del pesimismo. Messi puede volver a ser el Pichichi e Iniesta se va por la puerta grande. El presidente Rajoy se olvidó de felicitar al Barça por la Copa y la Liga. Estará instalado en el universo de su diario de referencia y se le habrá pasado. Queda un equipo de calidad para rato. Ter Stegen, Piqué, Busquets y Alba han sido decisivos. Coutinho ha encontrado su sitio y sus goles mientras Dembélé no acaba lo que tan espectacularmente empieza. Se pagó demasiado. Un dato relevante es si Robert sigue como secretario técnico o será sustituido por Jordi Cruyff