Un árbitro a medida
EL BAYERN ABANDONÓ EL BERNABÉU como el año pasado, restregándose la chaqueta con la impresión de que le habían quitado algo. El Real Madrid sobrevivió como pudo a un asedio infernal de los muniqueses que ganaron la batalla en el centro del campo y en las bandas con Kimmich y Alaba pero, acabada la eliminatoria, se preguntaron qué más podían hacer para estar en la final de Kiev. No hay respuestas que tengan que ver con el juego; si acaso la atávica fortuna blanca, su capacidad de resistencia para ocultar su inferioridad, los regalos de Rafinha en Múnich y del portero Ulreich ayer y, como no, dos penaltis claros que Çakir no señaló por mano de Marcelo y por empujón de Sergio Ramos a Lewandowski. Dirán ahora que el Madrid posee un plus para competir en Europa, que esta enamorado de la ‘orejona’ y que solo vale ganar, por encima de jugar. Zarandajas. El equipo de Zidane fue peor que un orgulloso Bayern en el global, pero eso no contará ni tampoco que con demasiada frecuencia reciba el empujoncito arbitral.
YA LO AVISÓ UN HEYNCKES desconfiado en la víspera, advertido por los antecedentes con el propio Çakir, Kassai y Michael Oliver. Para ganar la Champions hay que tener talento, suerte, un buen sorteo y un árbitro adecuado. Se cumplió la profecía del veterano técnico alemán. Ahora se impondrá un relato épico que hablará de un glorioso equipo de leyenda que disputará su tercera final consecutiva. Con todo, los de Zizou ganaron en París, Turín y Múnich. Benzema resucitó con dos goles cuando se encontraba más cuestionado dándole aire a Florentino . El mandatario, que ha firmado siete temporadas sin títulos de quince, debe agradecerle al francés que haya reflotado ya Keylor que le salvara por ahora del abismo. La línea entre el fracaso y del regocijo es muy fina en este Madrid. Todo indica que el Liverpool de Klopp tiene todas las opciones para ser el rival en Kiev tras el 5-2 en Anfield. El Clásico espera a un Barça y a un Madrid en la cumbre