Griezmann ya toca el bronce
A la espera de un Campeonato del mundo que debe marcar las tendencias definitivas, Antoine
Griezmann se elevó el pasado miércoles, a 60 kilómetros de la casa que le vio nacer, al status de los elegidos para la gloria. Subió a ese virtual podio en el que llevan instalados Messi y Cristiano, Cristiano y Messi, desde hace casi una década.
Hace tiempo que el universo fútbol busca herederos para cuando las piernas y la cabeza de los dos futbolistas más grandes de lo que llevamos de siglo y parte de la historia, ya no tengan el mismo bombeo en su riego sanguíneo. Se busca, se busca, pero no aparece ningún candidato con capacidad de disputárselo con un mínimo de presencia, continuidad y regularidad.
Por ahí que apareció Neymar , el más cualificado, pero entre las lesiones y la sombra alargada de
Messi, que le obligó a tomar la decisión de marcharse del Barça para llegar a un PSG que no está a su altura, su imagen no termina de solidificarse. Se dejó ver Dybala... pero no. También le condiciona la sombra de Leo en la selección argentina y no ha dado el salto que se podía esperar en un futbol italiano que no ayuda. Tampoco Hazard da la talla. Y M’Bappe está en ciernes.
Por supuesto que no me he olvidado de Griezmann. Todo lo contrario. Le he dejado para el final porque es el protagonista estelar de esta historia de tronos en la que camina con paso firme. Antoine lleva tiempo asomado a la ventana desde la que se divisa a Cristiano y Messi, Messi y Cristiano, en la distancia, pero, posiblemente, hasta el miércoles no ratificó su candidatura.
Podía haberlo hecho en San Siro, en la final de la Champions contra el Real Madrid, si no hubiera fallado ese penalti, o en la Euro 2016 si Francia no hubiera perdido la final. No. Su momento fue contra el OM. Dos goles y la sensación de que es un jugador especial, distinto, con un talento digno de marcar diferencias.
Yo me jugaría la mitad de medio euro a que Griezmann marcó sus dos últimos goles con la camiseta rojiblanca. Lo normal es que el domingo contra el Eibar no juegue. Que descanse y no se arriesgue para el Mundial. Además, ese será el día de Fernando Torres. Precisamente para quien Antoine pidió un reconocimiento público al pedir al Mono Burgos que entrara al campo por él, tras marcar el equipo el tercer tanto. Otro rasgo de personalidad y liderazgo de un futbolista que parece haber llegado a su momento de máxima expresión.
Si Griezmann pensara en continuar en el Atlético, como le piden, le ruegan, sus compañeros y pretende el club con una última oferta del tamaño de las que ofrece el fútbol chino, lo hubiera podido confirmar en la conferencia de Prensa posterior a ser elegido MVP de la final. Era un buen momento. El momento.
Pero no. No dijo nada. Sus ojos, además, estaban tristes. Había ganado la Europa League, había sido el gran protagonista del partido, pero en su fuero interno sabía que estaba agotando sus últimas horas en el club que le ha lanzado a la cima, al imperio de los más grandes.
Si la decisión de fichar por el Barça la tiene tomada desde hace tiempo, la marcha atrás ahora se antoja imposible por más que le presionen por todos los lados. Cabe pensar que Antoine habrá puesto en la balanza todas sus probabilidades. Vestido de azulgrana tendrá que adaptarse a un estilo de juego al que no está acostumbrado. Pasará de jugar por sistema al contraataque a tener el ataque posicional como razón de ser. Evidentemente, tendrá que correr menos detrás de los laterales y no tendrá que estar tan pendiente de presionar al más puro estilo
Simeone. Sin embargo, también habrá sopesado que mientras
Messi exista su zona de influencia no será tan amplia como en el Atlético y no sería extraño que, sobre todo al principio, no luciera con la exuberancia que lo hace ahora.
En pocos días saldremos de dudas, pero mientras llega ese momento, Griezmann se ha convertido por méritos propios en el mejor futbolista del momento en el planeta tierra. Los otros dos que todos sabemos juegan en otra dimensión. La que, precisamente, quiere alcanzar el francés cuando se haga mayor... vestido de azulgrana
En Lyon se consagró como el mejor futbolista del planeta tierra. Messi y Cristiano todavía son de otra galaxia