Una celebración marcada por las emociones
Griezmann no quiso desvelar nada sobre su futuro ante unos atléticos entregados a Simeone y a los suyos
Si el que calla otorga, Griezmann calló. El francés había pedido títulos y en este momento de incertidumbre sobre su futuro, el galo optó por el silencio cuando los más de 50.000 aficionados colchoneros presentes en Neptuno siguieron el cántico de un entregado Koke que comenzó a entonar aquello del ‘Griezmann, quédate, Griezmann quédate...’. Toda la plaza le siguió al unísono. Pero el francés calló. Él no estaba muy por la labor ni tampoco los responsables del evento. Para qué forzar una situación en la que nadie quería verse metido. El desenlace de este asunto parece cantado. Los compañeros se abalanzaron sobre él para mecerlo, empujarlo, estrujarlo, intentar levantarlo... en realidad para cualquier cosa que sirviese para mostrar algo de lo que la afición colchonera ha echado en falta siempre de él, un poquito de sentimiento rojiblanco. No hubo tampoco demasiado en esta ocasión. Una buena entrada, a ritmo de ‘hip-hop’ en francés. El bailecito del ‘Fortnite’ de turno. Y poco más. Eso sí, un extraño aroma en el aire. Un aroma de despedida en cierto modo. Serán sensaciones del que escribe, como tales, subjetivas. Y dirán ustedes que no las comparten. Están en su derecho. Pero de verdad que si las comparaciones son odiosas; el ver cómo conectó la gente con Koke, Saúl, Torres, Gabi y varios otros y cómo se dio en el caso del ‘7’ da que pensar.
Al delantero internacional francés nunca se le ha reprochado que
Todos los ojos se posaron en el francés, más tímido de lo que es habitual en él
no lo diera todo en el campo porque eso nunca sucedió, pero en un club tan emocional como el Atlético de Madrid, hacer tu trabajo -aunque seas un fenómeno como pocos- de forma funcionarial, no te acerca al corazón de nadie. Por lo menos de nadie en este club.
Lo que sí que no gustó nunca en este tiempo fue la ambigüedad, el doble juego, el moverse a dos bandas, el callar cuando no se debía, el hablar cuando no se tenía que hacerlo. Todo eso. Y si después de haber sido uno de los mejores jugadores del Atlético de Madrid o de la Real Sociedad, uno se acaba marchando sin que muchos le consideren el ídolo que tuvo que ser a cuenta de lo que dejó en el campo, es que algo no se hizo bien. ¿No?
Ni él estaba por la labor de hablar, ni los responsables del evento tampoco