Mundo Deportivo

ADIOS CON EL CORAZON

Torres se despidió del Atlético con dos goles en una tarde llena de emociones El Metropolit­ano se entregó a su Niño, que no pudo contener el llanto

- Javier G. Gómara

Se acababa la Liga, que el Atlético de Madrid finalizaba en segunda posición. Había partido, ante el Eibar. Pero eso importaba poco. Fernando Torres se despedía de su equipo. De su casa. De su gente. Y eso lo eclipsaba todo.

“Gracias por tanto y perdón por tan poco”, escribió Torres en sus redes sociales nada más salir de Neptuno el viernes, donde celebró, por fin, un título como colchonero. Y la afición respondió. Llenó el Metropolit­ano para decir ‘hasta luego’ a su Niño. Le dedicó un mosaico. Su cántico habitual, que resonó más que nunca. Y cariño, mucho cariño. Algo que va más allá de los goles o de los títulos y que no todos pueden entender.

Simeone le colocó en el once titular. Porque había 90 minutos que disputar. Sin nada en juego en la clasificac­ión, pues el campeón de la Europa League ya era segundo, por delante del Madrid (si se lo dicen hace unos años a Torres...), pero aquí nadie regala nada. Tampoco el Eibar, que fue el que golpeó primero, gracias a un tanto de Kike

García que, lejos de enmudecer el Metropolit­ano, dio más alas aún.

Porque el gol de Torres, antes o después, iba a llegar. Estuvo a punto, con 0-0, en dos ocasiones, pero en ambas, sus disparos salieron rozando el palo. A la tercera, en el 42’, fue dentro. Gabi dio un genial pase a Correa, que esperó la llegada del Niño para dársela y que el ‘9’ marcara a placer para que estallase el estadio. Era cuestión de tiempo, pues el Atlético, que jugaba suelto (delante y atrás) lo hacía para Torres. Todos sus compañeros le buscaban, a veces de forma exagerada. Pero es lo que tocaba. Lo celebró con él el equipo, los más de 60.000 que se dieron cita en el Metropolit­ano y los cientos de miles que lo seguían por televisión. Era el gol de un sentimient­o. Más allá de que fuera el 128 en 404 partidos con el Atlético. Era el gol de una vida en rojo y blanco. Era el gol del corazón. ¿El último? No. Porque en el 59’ iba a llegar el segundo del Niño, tras pase de Digo Costa. Se fue a celebrarlo con la grada. Amarilla. La mejor que le ha sentado en su vida al de Fuenlabrad­a.

Justo antes Lucas había sido expulsado, con Costa y Griezmann recién ingresados al campo. Silbidos para el francés, decisivo en Lyon, que observaba atónito. Gabi y Godín, que fue desde el banquillo hasta el fondo sur para que cambiaran de actitud (y Simeone también desde la banda) hicieron que los pitos se convirties­en en una ovación para el francés. Hasta para eso es especial este equipo.

El Eibar había logrado empatar, aprovechan­do su superiorid­ad ante un Atlético de resaca, pensando en Torres y con Griezmann, ahora también, en el centro de todas las miradas.

Entre unas cosas y otras, el ambiente, y e partido, habían decaído. El Eibar vio una oportunida­d de oro para ganar al Atlético en el Metropolit­ano, y se lanzó a por ello, pero si de algo sabe este equipo, es de sufrir. Las contras locales eran peligrosas, con un gol anulado a Torres, el que pudo ser su ‘hat trick’, por fuera de juego.

Se agotaban los minutos. Del encuentro y, sobre todo, de Fernando Torres en el Atlético de Madrid. El fútbol, como tantas veces por aquí, importaba poco. Se agotaba el tiempo del Niño en casa. Le van a echar muchísimo de menos. Pero tuvo una despedida a lo grande. Con dos goles y el cariño de los suyos. Un adiós con el corazón

El Eibar se adelantó y Torres remontó antes del empate definitivo de los armeros

El fútbol quedó en un segundo plano en un estadio volcado con su leyenda

 ?? FOTO: J. A. Gª SIRVENT ?? Fernando Torres, abrazado a sus hijos en el césped del Metropolit­ano en el tramo final del emotivo homenaje que recibió
FOTO: J. A. Gª SIRVENT Fernando Torres, abrazado a sus hijos en el césped del Metropolit­ano en el tramo final del emotivo homenaje que recibió

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