Mundo Deportivo

Modric-Rakitic, dos brasileños ajedrezado­s andan sueltos

- Enrique Ortego

¡Qué bueno es este Modric! La frase se escapa entre los labios cada vez que el balón pasa por sus pies y su cabeza. No te das cuenta ni que la dices. Las palabras salen por sí mismas. Luego, cuando Luka se inventa el gol que le hizo a Argentina, terminas cantándolo como si tus padres fueran de Zagreb.

No porque quieras que gane Croacia, que además no era el caso, simplement­e explotas por su belleza, por la sutileza de las dos fintas con la cintura, por la precisión y potencia del remate. La conclusión la comparten todos los que están viendo el partido contigo. “Es que Modric es muy bueno”. Sí, lo es. Lleva tiempo siéndolo y bien harían el Real Madrid y su selección en mimarles para que les dure mucho. Luka es como Xavi, como Iniesta. Entran pocos en el millar.

Mismo partido. Argentina llora por sí misma. Rakitic sale a presionar a campo abierto, recupera, toca y se descuelga a posiciones de remate. Una y otra vez. Sufre una doble entrada asesina en la misma jugada y continúa como si fuera un Mazinger rubio. Tanto afán, tanto esfuerzo, obtienen como premio un gol. Su gol. ¡Ufff, este Rakitic no está tampoco nada mal. Qué fuerza!

Modric y Rakitic, Rakitic y Modric, cada uno en su estilo, cada cual con sus condicione­s. Se antojan la pareja idónea para llevar el juego de cualquier equipo que opte a ‘campeonar’. Pocos dúos hay en este Mundial con tanto equilibrio y capacidad para defender y atacar. Contra Nigeria formaron el tándem de mediocentr­os y se adueñaron de la situación sin esfuerzo aparente. Ante Argentina, el técnico croata prefirió dar al equipo un toque más defensivo. Metió a Brozovic al lado de Rakitic ya Modric en la mediapunta.

No salió bien. Tan arriba, Luka no tenía casi contacto con el balón y por lo tanto con el juego. Tras el descanso, rectificó. Modric retrocedió 20 metros y, ahí, donde se cuece el fútbol, completó una segunda parte maravillos­a. Dos partidos. Dos MVP.

Una de las facetas más atractivas que tiene un Mundial es que se juega todos los días y el arte de la comparació­n que tanto nos gusta está en permanente exposición. En ese mismo partido, uno vea Modric ya Rakitic en la zona de creación croata y observa que en el rival, Sampaoli apuesta por Mascherano y Enzo Pérez como organizado­res y es en ese momento cuando comienzas a explicarte el resultado final. A pesar, incluso, de que entre los perdedores está un tal Messi.

Llega el Brasil-Costa Rica. Tite no se baja de su idea primaria. Casemiro, mediocentr­o posicional, y Paulinho, flotando por su zona de influencia. Brasil no arranca. No combina donde tiene que combinar. El balón se traslada rápido por la zona de creación para llegar cuanto antes a la zona de finalizaci­ón. No están Modric , ni Rakitic.

¿Qué sería de Brasil con ellos dos por detrás de Coutinho, Neymar y demás lebreles? Mejor ni pensarlo. Por el bien de España

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