Modric-Rakitic, dos brasileños ajedrezados andan sueltos
¡Qué bueno es este Modric! La frase se escapa entre los labios cada vez que el balón pasa por sus pies y su cabeza. No te das cuenta ni que la dices. Las palabras salen por sí mismas. Luego, cuando Luka se inventa el gol que le hizo a Argentina, terminas cantándolo como si tus padres fueran de Zagreb.
No porque quieras que gane Croacia, que además no era el caso, simplemente explotas por su belleza, por la sutileza de las dos fintas con la cintura, por la precisión y potencia del remate. La conclusión la comparten todos los que están viendo el partido contigo. “Es que Modric es muy bueno”. Sí, lo es. Lleva tiempo siéndolo y bien harían el Real Madrid y su selección en mimarles para que les dure mucho. Luka es como Xavi, como Iniesta. Entran pocos en el millar.
Mismo partido. Argentina llora por sí misma. Rakitic sale a presionar a campo abierto, recupera, toca y se descuelga a posiciones de remate. Una y otra vez. Sufre una doble entrada asesina en la misma jugada y continúa como si fuera un Mazinger rubio. Tanto afán, tanto esfuerzo, obtienen como premio un gol. Su gol. ¡Ufff, este Rakitic no está tampoco nada mal. Qué fuerza!
Modric y Rakitic, Rakitic y Modric, cada uno en su estilo, cada cual con sus condiciones. Se antojan la pareja idónea para llevar el juego de cualquier equipo que opte a ‘campeonar’. Pocos dúos hay en este Mundial con tanto equilibrio y capacidad para defender y atacar. Contra Nigeria formaron el tándem de mediocentros y se adueñaron de la situación sin esfuerzo aparente. Ante Argentina, el técnico croata prefirió dar al equipo un toque más defensivo. Metió a Brozovic al lado de Rakitic ya Modric en la mediapunta.
No salió bien. Tan arriba, Luka no tenía casi contacto con el balón y por lo tanto con el juego. Tras el descanso, rectificó. Modric retrocedió 20 metros y, ahí, donde se cuece el fútbol, completó una segunda parte maravillosa. Dos partidos. Dos MVP.
Una de las facetas más atractivas que tiene un Mundial es que se juega todos los días y el arte de la comparación que tanto nos gusta está en permanente exposición. En ese mismo partido, uno vea Modric ya Rakitic en la zona de creación croata y observa que en el rival, Sampaoli apuesta por Mascherano y Enzo Pérez como organizadores y es en ese momento cuando comienzas a explicarte el resultado final. A pesar, incluso, de que entre los perdedores está un tal Messi.
Llega el Brasil-Costa Rica. Tite no se baja de su idea primaria. Casemiro, mediocentro posicional, y Paulinho, flotando por su zona de influencia. Brasil no arranca. No combina donde tiene que combinar. El balón se traslada rápido por la zona de creación para llegar cuanto antes a la zona de finalización. No están Modric , ni Rakitic.
¿Qué sería de Brasil con ellos dos por detrás de Coutinho, Neymar y demás lebreles? Mejor ni pensarlo. Por el bien de España