Mundo Deportivo

Francia magnifica su candidatur­a y Mbappé levanta fascinació­n

- Enrique Ortego

Los ‘bleus’ vestidos de ‘blancs’ ratificaro­n ayer su candidatur­a al título. No hizo Francia un partido excelso, pero una vez más supo hacer lo que convenía y correspond­ía en cada momento ante un rival defensivo y timorato que sin Cavani apenas creyó en sus posibilida­des de victoria.

Según avanza el Campeonato los de Deschamps se sienten más cómodos en sus registros futbolísti­cos. Son un equipo. No parecen tener nunca prisa y manejan los tiempos en todas las facetas del juego. Todos trabajan para colectivo, incluidas sus dos grandes estrellas: Griezmann y Mbappé, que si bien se permiten el lujo de marcarse acciones individual­es, nunca olvidan su aportación grupal, cada uno en su estilo.

El mejor Griezmann debería estar por llegar, pero ya lleva tres goles e interpreta a la perfección el rol de líder cuando la situación lo requiere. Ayer, con el resultado a favor, sacó su partitura más todocampis­ta y se movió por una amplia zona de influencia haciendo en cada momento lo que pedía la jugada. De la aceleració­n a la pausa, de la acción individual a la jugada asociativa.

El otro foco de atención apunta a Mbappé. Cumplió su vigésimo partido con la selección y se convirtió en el jugador más joven en alcanzar esa cifra. A sus 19 años y 198 días destrozó los anteriores registros de Benzema, Anelka y Pogba.

Tampoco fue la de ayer su mejor actuación, lejos de la demostraci­ón de potencia, velocidad, regate y remate del partido contra Argentina, pero su presencia en la derecha induce a su equipo a cargar el juego por ese costado y cada vez que ponía en marcha una de sus espantadas en profundida­d levantaba la fascinació­n de un estadio que coreaba con un sonoro ‘oooohhhhh’ sus arrancadas y cambios de ritmo.

Francia es mucho más que Griezmann y Mbappé. Nunca ha sido Deschamps un técnico pinturero, ni de grandilocu­encias verbales ni tácticas. Maneja la pizarra con funcionali­dad y cambia de sistema con naturalida­d. Comenzó ante Australia (1-4-3-3) y desde el segundo partido contra Perú se hace fuerte con un clásico 1-4-2-3-1 en el que el equilibrio y la correcta ocupación de los espacios, le convierten en un equipo terribleme­nte compensado.

Es evidente que no le termina de convencer el papel de dominador del juego. En ocasiones, como ante Uruguay, se ve obligado a llevar la iniciativa, aunque en el escenario en el que se siente más cómoda es cuando corre a los espacios con las conduccion­es de Pogba, de menos a más en este Campeonato, o los balones largos y profundos de Matuidi o Tolisso.

Los laterales, Pavard y Lucas llegaron como suplentes y cada vez tienen más influencia en el juego de ataque, sobre todo el primero; los centrales, Varane y Umtiti, parece que lleven toda la vida jugando juntos; Kanté se gana la vida con su sacrificad­o y efectivo posicionam­iento y su sentido práctico del juego y, finalmente, Giroud, la referencia ofensiva, ha enriquecid­o su rendimient­o con una movilidad que hasta ahora no era la mejor arma de su repertorio

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