Futbolísticamente idóneo
Luis Enrique seleccionador. ¿Dónde hay que aplaudir? Puede que sea la primera decisión medio coherente desde el punto de vista deportivo que ha adoptado Luis Rubiales desde que es presidente de la RFEF. Y si, verdaderamente, José Francisco Molina ha tenido que ver mucho o poco en la decisión, un voto de confianza para él, aunque muchos critiquen su falta de currículum y su relación personal con el presidente. Por lo menos tiene criterio como director deportivo.
De sus palabras, las de Molina, se deduce que algo ha tenido que ver en la decisión. Fue meridiano en su planteamiento. “Lo que necesita ahora la selección es un entrenador de éxito, que haya trabajado. Que sea moderno. No creo que haya que variar mucho el estilo, pero hay que hacer algunas pequeñas modificaciones”
Sí. Luis Enrique ,erayesel hombre. Si piensas en su idea futbolística es el idóneo. Todo lo demás es adaptable y moldeable. Cuestión de mano izquierda, de buenos educadores. Se trata de transportar a la selección la idea de juego que llevó al Barcelona cuando llegó al cargo. Se trata de mantener la hegemonía en los partidos. De tener el balón, de presionar tras pérdida cuanto más arriba mejor, de realizar transiciones rápidas, de dar diez pases en perpendicular mejor que 20 en horizontal.
Más o menos la misma idea que tenía Lopetegui yquevaa trasladar al Real Madrid, al más puro estilo Valverde-Luis Enrique. El técnico vasco lo que hizo en el Barça es dar un paso al frente en el ideario del asturiano también lo que al sistema se refiere. Menos horizontalidad, más profundidad. Posesión, sí, pero ganando metros.
Eso es lo que se pretende que tenga la Roja a partir de septiembre donde esperan dos semifinalistas del Mundial de manera consecutiva, Inglaterra y Croacia. Se trata de jugar con la aceleración que Luis Enrique inyectó al Barça. Sobre su carácter, sus peleas con la prensa, su batalla contra el mundo-mundial, es cuestión de que sepa adaptarse a su nueva realidad. Y Luis Enrique no tiene, de verdad, ni un pelo de tonto. Ni cuando se rapa al uno