Josep M. Artells Una deuda en blanco
ARTURO VIDAL PUEDE EXHIBIR una de las acogidas más excepcionales sin haber jugado apenas unos minutos. A su rápida integración en el vestuario y al elocuente apoyo de la grada en su fugaz aparición ante el Alavés, se celebra ahora su valoración compartida por el barcelonismo de los parcos méritos futbolísticos del Real Madrid en los dos últimos enfrentamientos de semifinales de Champions ante el Bayern de Múnich. El todocampista Vidal es un tipo que habla claro y sin dobleces. Hace dos años fue expulsado injustamente en el minuto 84 por el árbitro Kassai ante los blancos en una jugada con Asensio en la que se demostró que había tocado balón. Ya en la prórroga, los de Zidane impusieron su superioridad numérica. El desquite nunca llegó porque una lesión le impidió resarcirse y participar en el último duelo, también rodeado de polémica. Comenzar el curso afirmando que con el VAR el Madrid tendría dos Champions menos es una apreciable tarjeta de presentación pero no la más determinante.
VIDAL APARECIÓ DE REPENTE EN las vidas culés cuando el Barça jugaba a la distracción con otras opciones. El aficionado siempre ha tenido un gran predilección por los jugadores creativos y tocadores pero ha sentido una indisimulada protección y querencia por el futbolista bravo, entregado no exento de buena técnica como fueron Neeskens,
Bakero o Larsson. Jugadores tácticos, expertos en el entrejuego de guerrillas que dieron carácter y nervio al equipo.
LA CHAMPIONS ES UNA OBSESIÓN para el chileno, como lo es para Messi yel propio club, motivo por el que le ha dado la vuelta al calcetín por completo al banquillo. Vidal tiene una trayectoria europea que le avala, pero más importante es que ha sido apadrinado por el propio Leo y por Luis Suárez. Valverde, que hoy ofrecerá su tercera lista de convocados oficial, se siente seguro con un perfil agresivo como el del Rey Arturo tras la sorpresiva marcha de Paulinho