La garra de Atotxa
EL VESTUARIO DEL VIEJO ESTADIO de Atotxa estaba presidido por un águila disecada colgada en la pared. Había sido abatida por el masajista Juan Mari Anza en los 50, cuando el clima del fútbol era distinto y jugadores y empleados iban a cazar juntos. Simbolizaba la garra. Con el tiempo se pudrió y en la construcción del nuevo Anoeta no se contó con ese símbolo. Sin embargo, hace cuatro años el club donostiarra decidió volver a colocar un águila disecada en el vestuario con una leyenda: “No hay equipo bueno sin garra”. Eso es lo que pueden leer todos los jugadores de la Real Sociedad antes de empezar sus encuentros.
EL NUEVO ANOETA ha suprimido la pista de atletismo y las gradas estarán más próximas al terreno de juego como en el viejo Atotxa. Iñaki Gabilondo , el prestigioso periodista, seguidor de la Real, dijo en su día que Atotxa “olía a fútbol y a frutas” porque una de las porterías daba al mercado de las frutas. En ese estadio la Real del gran Alberto Ormaetxea ganó dos campeonatos de Liga (81 y 82) con una alineación tipo impresionante: Arkonada, Górriz, Kortabarría, Celayeta, Olaizola, Periko Alonso, Zamora, Diego, Satrustegui, López Ufarte e Idígoras o Uralde. En los dos años un joven Bakero fue suplente de lujo. Decían de aquel Atotxa que el barro y el público habían ganado muchos puntos, pero recordando ese once puede verse que sobre todo lo ganó el buen fútbol con jugadores de calidad que permanecieron años en el equipo al existir el derecho de retención.
AHORA, COMO DECÍA SATRÚSTEGUI,
podrán volver a “celebrar los goles cara a cara” con la gente y recuperarán ese punto de presión que indudablemente tuvo el viejo Atotxa que olía a fútbol desde el primer día que se inauguró curiosamente con un gol del mítico Pichichi, autor también del primer gol en San Mamés. Hoy, los jugadores de la Real podrán volver a leer: “No hay equipo bueno sin garra”. Seguramente una de las grandes verdades del fútbol