La prueba de octubre

Los pinchazos del Barça y Madrid al comienzo de la Liga indican que será una competición abierta e incierta. El duopolio parece querer dar paso a nuevos aspirantes al título, al margen del Atlético que siempre está ahí por si fallan los dos grandes. La crisis en el Barça no es apocalíptica porque sigue líder y el Madrid tropieza en las mismas proporciones. El Barça está triste porque aquellos tiempos de juego impecable, eficaz, alegre y ganador no aparecen en estos primeros compases de temporada. No nos engañemos, el Barça de Valverde de este año ha perdido optimismo y eficacia. Mira, no me engañes, le decía don Quijote a Sancho, ni quieras con falsas alegrías alegrar mis verdaderas tristezas. La defensa es frágil. Gerard Piqué ha sido y es un gran central pero los goles ante el Leganés y ante el Girona tienen mucho que ver con su falta de concentración. Se le ve disperso y cansado como el que piensa en cosas ajenas a su papel como central indispensable para el Barça. Piqué es un hombre joven (31 años) con prisas. Calma. Menos Copa Davis y más concentración. Es cuestión de prioridades. Y de responsabilidad. Viendo el encuentro contra el Athletic en un café rural el sábado por la tarde, una voz de un joven, razonada, desengañada, decía que no volveremos a ver el Barça de Puyol, Iniesta y Xavi. Esta es la clave. Messi es grande, el más grande, pero no lo puede hacer todo ni ser la única salvación. Es pronto para preconizar desgracias. Pero dejar siete puntos de los nueve disputados es motivo de seria preocupación. El mes en curso se puede corregir el estado de ánimo del equipo. Antes de que acabe octubre el Barça se medirá a Tottenham, Valencia, Sevilla, Inter y Madrid. Si al final se sale bien parado, la normalidad y el optimismo se recuperarán. Si no es así saldrán los viejos fantasmas que piden que rueden cabezas al primer contratiempo. No hay para tanto. Pero los que quieren ocupar la presidencia del Barça, acechan