Octubre blanco
Valencia en Mestalla, Sevilla y Madrid en el Camp Nou. Y además el Inter en Champions , también en el estadio. Hora de convertir la fe en esperanza
Dice la estadística que Marcelino, que ha entrenado a Recre, Racing, Zaragoza, Sevilla, Villarreal y Valencia, se ha enfrentado 18 veces al Barcelona y no le ha ganado nunca: 14 derrotas y 4 empates. Mañana vuelve a medirse al campeón sin que esta referencia tenga más peso que cualquier anécdota del pasado. Siempre hay una primera vez y podría ser esta si el Barça no ofrece en Mestalla las prestaciones de Wembley. Y es que con lo que el equipo ha mostrado en la Liga no alcanza para sospechar que la maldición de Marcelino pueda prolongarse un duelo más.
Cierto es, también, que el Valencia sólo ha ganado un partido de siete. Tan cierto, como que sólo ha perdido uno y que el Barça ha dejado escapar 7 de los últimos 9 puntos. Encadenar antes del nuevo parón de selecciones un cuarto partido sin sumar los tres puntos, sin ser una tragedia, situaría a Valverde en un escenario de máxima exigencia. Octubre, que viene teñido de blanco, podría calibrar color de la Liga.
Y es que, tras visitar Mestalla, vienen tres partidos en casa trascendentales. El Sevilla indigesto de Machín, el Inter de blanco para asegurar el grupo de la Champions, y el día 28 el también necesitado Madrid aterrizará en el estadio con, se supone, todavía Julen Lopetegui al mando.
De blanco vistió también en Wembley el Tottenham de Pochettino y lo que vimos el miércoles en Londres (2-4) tiene mucho más peso que la estadística que, erróneamente, parece minimizar las opciones del Valencia. Incomparable a lo observado en la Liga. Más allá de la exhibición superlativa de Messi , el Barça apareció en el campo más concentrado, más sólido, más profundo y, en definitiva, siendo más equipo. Ahora bien, como decía siempre Johan Cruyff un palomo no hace verano y esa tan ilusionante actuación hay que refrendarla con prestaciones inmediatas y similares.
Mestalla es la primera y, sobre el papel, Valverde lo tiene bastante fácil. Darle, por primera vez en lo que llevamos de curso, toque, pausa y presencia activa al centro del campo reportó un cambio radical. Es verdad que el Tottenham le hizo dos goles con muy poca cosa pero también fue palpable durante todo el encuentro que el Barcelona, controlando el juego y acabando las jugadas, podía marcarle a Lloris en cualquier momento. Y visto lo visto en Londres, es hora de convertir la fe en esperanza.