Uno tanto y otros (dos) tan poco
No es raro que Bartomeu se haya llevado tantos palos por el batacazo de la Asamblea. Lo extraño es que se los haya llevado todos y que Cardoner y Graell, responsables del acto y de la marca, se hayan ido de rositas
De todo lo que ha dicho Bartomeu para parchear el batacazo de la Asamblea hay algo que se puede compartir sin ninguna ambigüedad: los directivos, estos y todos los anteriores, están siempre pillados por los colgantes de ahí abajo. Y es que si sacan adelante sus propuestas es porque los compromisarios están manipulados, y si no las sacan es porque son tan inútiles que no han sabido manipular a los compromisarios. Una valoración extendida que, además como generalización, es una falta de respeto al género compromisario.
Manifestada esta posición, recalcar ahora la perplejidad por la exclusividad con la que Bartomeu ha encajado todos los palos habidos y por haber. Extraña que los que se debían haber comido unas tortas como panes hayan salido, hasta ahora, absolutamente inmaculados. Por ejemplo, el vicepresidente Jordi Cardoner (bajo cuya competencia se organizan las asambleas) que esquivó el tema del escudo con la escurridiza habilidad de un anguila. Como si la cosa no fuera con él, como si el tema de la sensibilidad social no tuviera nada que ver con su negociado. Poco compromiso con la causa y con su presidente. No debería salir impune de todo esto.
Otro evadido, no fugado sino hablando de responsabilidad pública, ha sido Guillem Graell ,el responsable de marca. Un espacio
tan y tan importante, que el ejecutivo ha podido (o ha debido) dejar su primera obligación en Comunicación para dedicarse en exclusiva a la marca. Es decir, al logotipo que se propuso en sustitución del escudo y cuya votación acabó retirándose del orden del día. Graell, recordemos, entró en el club en febrero de 2017 como nuevo director de marca del Fútbol Club Barcelona, entidad en la que se ocupará de dirigir los departamentos de Marketing, Comunicación, Relaciones Institucionales, Protocolo y Contenidos del Museo, a las órdenes del director ejecutivo, Òscar Grau quien, por cierto, hoy ha convocado Comité de Dirección. (Tiene pinta de que será entretenido).
Por cierto, el señor Josep Vives, portavoz con todas las letras del FC Barcelona, abogado, periodista, suponemos que amigo de sus amigos y y gran experto en baloncesto, contó el lunes en Catalunya Radio que el club llevaba un año y medio trabajando sigilosamente en el rediseño del escudo. Una información que es más importante de lo que perece porque resulta que Guillem Graell entró en el Barça en febrero de 2017 hemos de concluir que el director de marca fue impulsor o colaborador necesario de la idea. Sin embargo, y siendo también -hasta hace sólo un mes - el responsable máximo de comunicación, no expuso el escudo sin letras hasta el 27 de septiembre. Es decir, menos de un mes antes de la Asamblea. Sin dar tiempo a que la opinión pública y la publicada pudieran digerirlo, asumirlo o explicarlo. Vamos, que daba la sensación que quería colarlo. Y no ha colado. Duró menos que una burbuja de Codorniu. ¿O era de Freixenet ? La burbuja, digo.
Terminamos. Nada que reprochar, por descontado, a los profesionales de Summa la consultora del branding del Barça. Ellos hicieron su trabajo, sus colegas de distinto pelaje lo consideraron excelente y también Summa defendió la creación en los medios. No recordamos, en cambio, ninguna intervención de los señores Cardoner y Graell. No recordamos que se mojaran por algo que ha terminado calando a su presidente a quien, por descontado, no pretendemos excluir de su cuota de responsabilidad. La tiene pero otros dos mucho más. A ver cómo va hoy el Comité de Dirección. A ver si Grau da algún Oscar