Estados de ánimo

Que el futbol es cuestión de estados de ánimo quedó claro en el primer minuto del Clásico cuando Òscar Lago, el realizador de cabecera de Mediapro, pinchó un primer plano de Lopetegui en el banquillo. El rictus desencajado del entrenador blanco era la viva imagen del sufrimiento, del calvario que estaba viviendo y que le llevó a hacer de salida un planteamiento de un equipo pequeño, que cuando visitan el Camp Nou lo hacen con la esperanza de encajar el menor número de goles posibles. El Barça, sin Messi, pero en línea ascendente tras la victoria contra el Inter, fue el claro dominador durante la primera parte gracias a la profundidad de

Alba que percutió por su banda, y a la tarde inspirada de Suárez.

Con 2-0 adverso, Julen quemó las naves al sustituir a Varane por

Lucas Vázquez, exponiéndose con una defensa de tres centrales. Tras el gol de Marcelo durante un cuarto de hora planeó sobre el Camp Nou el fantasma de una remontada madridista. Pero el remate de

Modric a la madera fue el último aviso visitante, replicado por otro balón al palo de Suárez, cada vez más crecido. El idilio del uruguayo con el gol no se concretó hasta el último cuarto. Tras la entrada de

Semedo, Sergi Roberto perforó para asistir por partida doble al delantero charrúa y Dembélé encontró a Vidal, que se estrenó como goleador en un Clásico tras cabecear con su afilada cresta.

Así el Barça sentenciaba con un 9 de 9 la primera triple prueba de fuego sin Messi y con la garantía que puede que haya vida después de la del astro argentino, mientras

Julen se llevar la friolera de 18 millones por cuatro meses en el torturador banquillo merengue