Mundo Deportivo

‘Mosquito’ Dembélé necesita a Griezmann en el vestuario del Barça

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Parece un tipo engreído pese a su juventud, demasiado sobrado para no haber demostrado aún nada en un ‘grande’. Sus bromas no hacen gracia. Su actitud provoca recelo. Parece que le resbale todo, las broncas, las malas caras, las charlas con Abidal al que debería tratar de usted y besar donde pisa, los consejos de Valverde, que no puede ser más protector pero que no puede hacer más de padre que de entrenador y menos cuando el niño ha salido respondón y poco agradecido. El sobrenombr­e de ‘mosquito’ con Dembélé parece que tiene poco que ver con su juego. Parece porque después, en su entorno, entre los suyos, se transforma y es feliz, amigable, dulce, risueño. Llega Dembélé a la selección francesa y se encuentra con Mbappé, más carismátic­o y sensato que él pero con el que comparte un montón de cosas. Se tropieza con Deschamps y le marca, pero se lo dice todo en francés y entendiend­o que es joven, que tiene que aprender, que habla el mismo idioma que la mitad de su selección que ha crecido formándose en Clairefont­aine... y en la calle.

Llega a Francia y se encuentra con Griezmann y entonces baila, ríe, se desahoga y le vienen ganas de jugar a fútbol y parece, sólo parece, como si el fútbol vaya a tomárselo más en serio. Dembélé tendría que haberse ido a Liverpool en verano cuando el ‘Príncipe’ comunicó vía película piquetiana que no fichaba por el FC Barcelona. Porque quizá el fichaje de Griezmann no era indispensa­ble para el juego azulgrana pero sí lo era para que Dembélé creciese en un vestuario que no tiene nada que ver con él.

Vive el FC Barcelona en una contradicc­ión con difícil solución. Por un lado denuncian una persecució­n sin cuartel contra Dembélé “cuanto otros antes también han salido y han llegado tarde”... se olvidan de que el vestuario ahora es más maduro, padres de familia, jugadores que no están para niñatos. Te hablan del partido del clásico para defender al francés y cuando enumeras sus niñerías piensan, buufff, tendríamos que haberlo vendido ya en verano. Dembélé es difícil que cambie, no tiene necesidad, me recuerda a Balotelli, con lo bien que habría ido que fuera un Kanté, serio, disciplina­do y con ganas de hacer mejor a su equipo. A Dembélé es difícil educarlo porque no se deja. Con Griezmann habría sido distinto

Sus bromas no se entienden, ni su falta de actitud, no ha conectado y es difícil educarlo

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Antoine Griezmann y Ousmane Dembélé, bailando en el gimnasio de la selección francesa en Clairefont­aine FOTO: INSTAGRAM

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