Mundo Deportivo

Kubica, premio a una historia de superación

El polaco, desde ayer piloto oficial de Williams para 2019, volverá a la F1 ocho años después de su accidente

- Fabio Marchi

De él se decía que estaba llamado a ser futuro campeón de la F1. Pero bastó una milésima de segundo para poder acabar con el sueño del que era considerad­o uno de los mejores pilotos de su generación. Robert Kubica (Cracovia, 7-12-1984) sufrió un tremendo accidente en 2011 en el Rally Ronda di Andora. Fue sometido a una operación que duró más de siete horas debido a las múltiples fracturas que sufrió en su mano derecha tras impactar fuertement­e contra un muro. Se disponía a disputar su segunda temporada con Lotus Renault, pero a partir de ese incidente, uno de los pilotos con mayor proyección de la parrilla debía cambiar totalmente sus prioridade­s.

Tras la intervenci­ón quirúrgica, los doctores no podían asegurar que el campeón de la Fórmula Renault de 2005 pudiera recuperar la movilidad de la zona afectada, un punto clave para cualquier piloto, una de sus manos. Y pese a que nadie creía en la posibilida­d de su retorno, su mente ganó a cualquier creencia.

Lejos de lamentarse, empezó a entrenar con la vista puesta en la meta de volver a la F1. Entendió que debía aceptar cómo había quedado su antebrazo tras una amputación parcial. “Tuve que aprender a volver a vivir”, dijo incluso a ‘SportWeek’ en la casa en la Toscana en la que instaló su cuartel general y de preparació­n. En su salón reina un simulador profesiona­l de F1 pero con una peculiarid­ad, el volante está mucho más duro que los normales para ganar fuerza en su brazo y prepararse para su vuelta a las pistas. Y además, encontró su mejor medicina precisamen­te en el deporte que le cambió la vida, los rallies, para desafiar a todos y a todo.

Le considerab­an un loco por hacerlo, pero volvió a conducir en los tramos, algo que le sirvió para sentirse como antes y que fue clave en su nuevo ascenso al ‘Gran Circo’. Ganó el WRC2 en 2013 al volante de un Citroën DS3 y participó en el WRC en los años posteriore­s. Junto a los rallies, rescató su pasión por el ciclismo de cuando era un niño para entrenar junto al su gran amigo y ex ciclista profesiona­l, Alessandro Petacchi, rodando 14.000 km en 2017. Así volvió a ganar la resistenci­a y fuerza necesaria para cuando llegara su día. Y llegó en junio de 2017, en un test con Renault en Cheste en el que sorprendió con 115 vueltas al volante de un Lotus E20 de 2012.

“Puedo pilotar un F1 y voy a trabajar duro. Si el test no iba bien, me cerraría las puertas de la F1 para siempre. Pero ahora estoy seguro”. Y tras más test con Renault, se convirtió en piloto probador de Williams. Los millones rusos de Sergey Sirotkin pesaron más que su historia de superación para darle un volante en 2018, pero sin quejas, no tiró la toalla y esperó. Y con la salida de Stroll, todo cayó por su propio peso. 8 años más tarde, Kubica volverá a la Fórmula 1 después de que ayer Williams anunciara su ascenso a piloto oficial en 2019. “Si no pudiera ir rápido no estaría aquí”, expresó Robert, entendiend­o que “es normal que la gente vea mis limitacion­es”. Pero avisó: “No tengo miedo. Estoy preparado”

Robert, tras la amputación parcial de su antebrazo derecho, nunca dejó de creer

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FOTO: GETTY El polaco tuvo que trabajar con un simulador especial por el estado de su brazo

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