Cruel fin de año blanco

La Casa Blanca está viviendo un fin de año cruel. Todo empezó dos días después de conquistar la tercera Champions consecutiva:

Zinedine Zidane , el entrenador triunfador, anunció su adiós. Una semana más tarde, Cristiano Ronaldo, el crack que colaboró en el éxito europeo, manifestó su marcha a la Juventus. Unos días antes del Mundial de Rusia, Florentino Pérez tomó la decisión de contratar al técnico de la selección española, Julen Lopetegui, desatando una batalla con la Federación, impropia del equipo que va más de español por la vida. Y tres meses más tarde, después de ser goleado 5-1 en el Camp Nou, Lopetegui es ejecutado por el presidente, que lo sustituye por el argentino

Solari. A punto de acabar el año, el Madrid es sexto en la Liga, a cinco puntos del Barça, segundo, y a seis del Sevilla, líder. No ha perdido ningún título, pero sí se ha dejado en el camino prestigio y unas cuantas cosas más, especialmente ahora cuando

Sergio Ramos, su capitán, es acusado de doping.

Al ganar la tercera Champions League muchos fueron los críticos del Barça que aprovecharon ese momento supremo del madridismo para poner de vuelta y media la política de fichajes azulgrana, y elevar al máximo volumen, la del Madrid. Asensio era la punta afilada utilizada para pinchar el ombligo del Barça. Pero hoy de Asensio nadie se acuerda. Mis respetos a esos tuiteros que se preguntan qué habría pasado si la crisis que vive hoy el Madrid hubiera sucedido en el Barça