Perdió el fútbol, pero más aun Argentina
River ganó una parte: el partido se terminará en la cancha. Boca ganó otra: se saldrá del Monumental y tendrá a su público. Pero hubo alguien que perdió por todos lados: Argentina. Se coincida o no, la Conmebol decidió que el partido emblemático del país salga del país. Un fracaso rotundo a los ojos de todos. Del mundo, que seguía expectante la final más larga del mundo. Y hasta del propio G20. Se pudo organizar –por ahora- la cumbre de presidentes y no un partido de fútbol por la final de la Copa Libertadores de América.
El propio presidente, Mauricio Macri, lo debe tomar como una derrota. Antes de la primera final, ex autoridad número 1 de Boca como lo fue, hombre súper futbolero, pidió que se jugaran los dos partidos con las dos hinchadas, algo que no sucede hace años en la Argentina. No sólo no le cumplieron el deseo sino que la final más esperada de la historia se define a miles y miles de kilómetros. Con un montón de hinchas que compraron su ticket y ahora deberán mirar el River-Boca por televisión. Cultural y políticamente es una derrota de las más duras. Aquí sucede todo muy rápido. No hay nada más viejo que el diario de ayer. Aunque en algún momento habrá que salir de lo urgente y evaluar este daño. Y ver qué pasará en el futuro. Al estilo Barcelona-Real Madrid, en la Argentina se juegan dos superclásicos por año por la Superliga. Más dos últimamente por los torneos de verano. Puede haber algún cruce por una Copa, como pasó este 14 de marzo. Y ahora, cómo seguirá. ¿Cómo se recuperará la organización del partido que más tiempo se esperó y el país más rápido perdió?