No dejó que controlasen al Barça
Núñez fue un presidente pionero que modernizó la gestión de la entidad y la aisló de injerencias políticas
Con la gestión de Josep Lluís Núñez, el Barça abrió una nueva era en la que fue pionero en muchos aspectos en el fútbol español. El empresario de la construcción fue el primer presidente barcelonista que no procedía de la industria textil después de una larga sucesión de empresarios del ramo al frente del club, lo que contribuyó a alimentar la animadversión que sentía por él buena parte de la aristocracia barcelonista. Pese a una fuerte oposición desde el minuto cero, Núñez sobrevivió en los primeros años y se hizo fuerte a partir del segundo mandato, rodeándose de un férreo cinturón social que le protegió durante veintidós años y le permitió convertirse en un presidente de fútbol innovador que mantuvo al club independiente ante los intentos de control exterior, especialmente de un sector de la política catalana.
Núñez se impuso en las primeras elecciones democráticas a la presidencia del club después del franquismo, el 6 de mayo de 1978, a Ferran Ariño, candidato continuista de la gestión de Agustí Montal –en cuyo mandato había sido directivo y presidente del Barça Atlètic–, y Nicolau Casaus. El triunfo fue muy ajustado y Casaus, que se incorporó a la directiva al día siguiente, fue acusado de ‘submarino’ de Núñez.
El Barça, que había experimentado un imparable crecimiento de socios desde el final de la Guerra Civil, era gestionado como un gigantesco club social, en el que casi la totalidad de los ingresos procedían de las cuotas. Núñez comenzó a transformar ese concepto, pero sin que la masa social dejase de ser la propietaria de los recursos y sin que las oficinas del club perdiesen el vínculo emotivo con sus socios. Fue el primer FOTOS: ARCHIVO MD / PERE PUNTÍ presidente en hablar de ‘ingresos atípicos’, una forma primitiva de referirse a los derechos de televisión, los ingresos por marketing, las concesiones de merchandising, los contratos de equipación... en definitiva, todo lo que hoy sostiene económicamente a los clubs.
También fue el primero en plantar cara a las instituciones españolas exigiendo mayores ingresos y un reparto equitativo por las quinielas y la televisión y liderando la primera huelga de clubs en el fútbol español. Igualmente, fue el primer dirigente que auditó las cuentas. Siempre presentó beneficios en su cuenta de explotación, se preocupó de no endeudar al club y protegió e incrementó el patrimonio.
Camiseta impoluta
La única vía de ingresos que no abrió fue la sponsorización de la camiseta del primer equipo de fútbol, después de asumir los valores del barcelonismo más tradicional, que inicialmente le había acusado de pretender poner publicidad. Pese a esa acusación, Núñez hizo que el Barça fuese uno de los clubs españoles con la camiseta impoluta, más allá del logo del proveedor (Meyba, sustituyendo a Monthalt primero, y Kappa y Nike después), sin dejar de ser competitivo frente a los rivales que sí llevaban publicidad.
Igualmente, supo escuchar sabios consejos y de este modo fue el primero en crear una Fundación
vinculada a un club de fútbol. Con él el Barça creó la Masia, modelo hoy en el mundo; el Museu del FC Barcelona, que hoy lleva su nombre en contra de su deseo; o la Botiga del FC Barcelona. Firmó, asimismo, los primeros grandes contratos de equipación y audiovisuales, con Televisió de Catalunya primero y Via Digital después.
Estos contratos televisivos en los que el Barça había sido pionero fueron, en el tramo final de su mandato, uno de los focos de ataques en plena guerra televisiva entre las distintas plataformas españolas. Y Núñez se empecinó en resistir y preservar la independencia del club de lo que consideraba intentos de controlarlo, mediáticos y políticos.
Lluís Prenafeta, asesor de Jordi Pujol, admitió años después que desde el partido político dominante en Catalunya se diseñó la candidatura que en 1989 debía acabar con Núñez. El elegido para liderarla fue Sixte Cambra. Un año antes el presidente les había quitado la figura de Cruyff, su gran baza electoral. Ganó Núñez en la primera cita con las urnas desde 1978 (en las dos anteriores ningún candidato alcanzó las firmas) y en 1993, el excandidato Cambra, junto con otros miembros de su lista, se sumó a la junta de un Núñez que incorporó a numerosos directivos convergentes, además de Cambra: Miquel Esquirol, Arcadi Calzada o Fèlix Millet, entre otros.
Núñez nunca tuvo buenas relaciones con Jordi Pujol, a quien responsabilizaba de lo que consideraba acoso político. Creía firmemente que Convergència estaba detrás no sólo de la lista de Cambra sino también del voto de censura, liderado por el ‘Elefant Blau’, que superó ampliamente en 1998, un año después de las elecciones de 1997 contra Àngel Fernández.
El cansancio por las luchas de tinte político y las incesantes inspecciones fiscales, tanto al club como a su empresa, que años más tarde le condenaron a prisión, hicieron que, cansado, arrojase la toalla en 2000, después de haber preservado la independencia del club y de haberlo transformado en una entidad moderna y saneada