Mundo Deportivo

EL SUEÑO DE ALEÑÁ

El canterano se estrenó como goleador en Primera y su beso el escudo simbolizó el triunfo de la paciencia Tras perderse la pretempora­da y ayudar al filial en 2ª B, la jugada con Leo culminó una parte del camino

- Ferran Martínez

Carles Aleñá nació en una cabalgata de Reyes, el 5 de enero de 1998, pero el mejor regalo de su vida le llegó este domingo en forma de pase de Leo Messi. El mejor futbolista de la historia le dio el balón que permitió a este canterano que ha elegido la paciencia como vía para hacer carrera en el Barça marcar su primer gol en Primera División. Hacerlo en el Camp Nou, con una sutil definición y para finiquitar un partido aún incierto fue la culminació­n de un sueño para él. Ese beso al escudo y el abrazo con Messi para celebrar el 2-0 al Villarreal redondeó el círculo de una satisfacci­ón que, si todo va bien, debe ser de largo recorrido.

Él mismo lo admitió el domingo, cuando se sintió protagonis­ta al ser la voz pública del vestuario culé. “Con Messi todo es mucho más sencillo. En la jugada rompí para crear espacios y me llegó el balón de Leo por un espacio que sólo sabe ver él. Estoy muy agradecido. Es un sueño”, enfatizó. El mataronés tiene espejos en el club donde reflejarse. Si Xavi Hernández, Carles Puyol, Andrés Iniesta o Sergi Roberto supieron aguardar su momento para asentarse en la primera plantilla de uno de los clubs más exigentes del mundo, él no tiene derecho a tener más prisa que las leyendas. El talante humilde de Aleñá le ha llevado a tomar el ascensor para bajar a Segunda B a ayudar al filial con el mismo empeño que pone cuando juega al lado de Messi y compañía. En este último parón FIFA, allí estuvo, a las órdenes de García Pimienta. Si la dureza mental distingue a los deportista­s de élite, Aleñá va por el buen camino. Se rompió en junio el tendón del bíceps femoral del muslo derecho en el último partido de la temporada anterior con el Barça B. Las lágrimas al saber que iba a perderse la pretempora­da con el primer equipo debido a esos meses de baja que le diagnostic­aron se secaron pronto: trabajó como un loco para hacer realidad su sueño. De esta forma se entiende mejor la cara de felicidad que puso al ver entrar el balón en la portería de Sergio Asenjo. Los minutos están caros, pero hay bajas como la de Rafinha Alcántara que, desgracia de un compañero aparte, entreabren un poco más la puerta. Así es el fútbol. “Se trata de estar en el sitio y complicarl­e la vida al entrenador... sé que es muy complicado, pero no voy a dejar seguir peleando”, dijo el domingo.

Aleñá ya había contado para Luis Enrique Martínez cuando el actual selecciona­dor español entrenaba al Barça. De hecho, hace dos años marcó su primer gol oficial con el primer equipo y tampoco fue anecdótico: en aquella ocasión fue un zapatazo lejano que sirvió para que el Barça empatara en el Rico Pérez con el Hércules y encarrilar­a la eliminator­ia de una Copa que acabó ganando. Ratito a ratito, Aleñá necesita seguir perseveran­do. El domingo sus 20 minutos de cancha no pudieron ser mejor invertidos. Con un “Te amo” de remate, su novia Ingrid Gaixas le dedicó este mensaje en Instagram: “Paciencia y constancia, todo fluye”. Por algo a Aleñá le encanta el sushi, delicia de una cocina que se distingue por su proverbial paciencia

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FOTO: MANEL MONTILLA Carles Aleñá posó para Mundo Deportivo frente a La Masia de la Ciutat Esportiva el día después de su primer gol en la Liga

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