Habló en el campo y fuera
Doblete de calidad, reivindicación con rabia y después verbalizó sus intenciones
Acostumbrados a los que marcan siempre, las celebraciones de los goles de los suplentes resultan a veces aleccionadores. Por lo que tienen que expresar y por su gestualidad. Frente a la Cultural, el tridente de Copa, Malcom, Munir y Denis, exteriorizaron más sus sentimientos que la alegría por finiquitar la eliminatoria. Los tres se repartieron el 4-0 y cada uno quiso decir algo. Uno se expresó con seriedad, el otro reivindicativo y el tercero, festivo.
El primero en desenfundar fue Munir, muy pronto (18’). Después de un gesto técnico de muchos quilates, el hoy delantero centro se sacó un disparo con efecto desde el interior del área que se coló cerca de la escuadra. Un tanto fruto de una jugada colectiva: 25 pases y 1’11’ de control. El segundo esta temporada tras el empate en Liga ante el Athletic. Una excelente media cada 125’ que no celebró. Posado serio, sin una mueca de alegría. Pudieron ser dos, pero otro remate se fue al palo.
Un poco más tarde, el turno de Denis Suárez, el gran protagonista. El gallego se sacudió su frustración por su ostracismo con un doblete. Era su segundo partido como titular de la temporada tras 22 oficiales. Firmó el 2-0 (26’) con una endemoniado chut de rosca desde la frontal del área. Entonces, estalló. Soltó el puño al aire gritando con fuerza. Una reivindicación en toda regla. De inmediato, la cara amable para acordarse de su pareja, la modelo Nadia Avilés, escribiendo una N con los dedos. En el segundo de su cuenta, el 4-1 (70’), bendecido por una genial asistencia de Riqui Puig, fue otra cosa. Más relajado, Denis sonrió, lo celebró con sus compañeros y volvió a acordarse de Nadia. Fuera también habló. Y con dureza: “Era un examen y veremos el sábado si lo he aprobado. Si no juego, ya veremos”, dijo en Goal.
Malcom mostró las dos caras de la moneda. Puso la imagen del 3-0 (44’), con un espléndido tanto de cabeza
“Era un examen y veremos el sábado si lo he aprobado. Si no juego, ya veremos...”
marcando todos los tiempos. Sonrisa inmensa, felicidad. Nada que ver con aquella celebración compungida de Milán. Sin embargo, la serie de ocho partidos desde de ida que le habían puesto en el mapa del barcelonismo (tres titularidades y cuatro suplencias) se volvió dolor y lágrimas por una lesión que le impidió acabar. Maldito contratiempo