Mundo Deportivo

‘Light atomic pink/silver’

- Albert Montagut @albertmont­agut

La fotografía de Alex Caparrós de Getty en la primera página de La Vanguardia era preciosa. Leo Messi, el 10, celebrando de espaldas y con sus brazos abiertos uno de sus dos goles el pasado sábado en Cornellà de Llobregat. La imagen, con el rey mirando al césped, rozaba la perfección, y el efecto sobre el papel, era magnifico. Aquel partido de Messi fue, una vez más, inolvidabl­e. Pero en la vida… siempre hay peros… Y, el pero, en este caso, era un fallo, un error de cálculo y un ejemplo de falta de sensibilid­ad extrema. La camiseta del 10 era rosa, y no azulgrana.

El Barça no debería jugar en Cornellà o en el Wanda Metropolit­ano con su camiseta reserva, ya sea rosa, verde, azul o morada. Cuando el Barça se enfrenta a sus grandes rivales debería jugar de azulgrana.

Los responsabl­es de la marca y quienes firman los contratos de Nike deberían tener en cuenta la historia, escuchar a los jugadores y no olvidar el fútbol, su esencia y los colores que caracteriz­an a este equipo. No todo es negocio. El Barça no puede presentars­e en Cornellà vestido de rosa, por muy bonito que sea ese equipaje o por mucho que su nombre técnico intente presentar esa camiseta definiéndo­la como algo muy novedoso… ‘light atomic pink/silver’.

Sobre gustos no hay nada escrito. Hace unas temporadas, concretame­nte en la 2015-16, cuando el club presentó aquella camiseta del primer equipaje con listas horizontal­es, en plan Celtic de Glasgow, se registraro­n fuertes críticas. Los más puristas y los que creen que cuidan de las esencias del Barça clamaron al cielo.

Recuerdo una tertulia de Jordi Basté en la que los tertuliano­s se dedicaron a crucificar la nueva camiseta horizontal, pero no les recuerdo decir nada, meses después, de que aquel equipaje batiera todos los récords de ventas.

Para el año próximo se espera una camiseta a cuadros. Es agresiva, la verdad, y a mí, que me gustó la de listas horizontal­es, está no me entusiasma. Tampoco me gusta la amarilla con una franja en diagonal que se presentará como la alternativ­a de segundo equipaje, porque me hacer recordar un partido en el campo del Osasuna hace años que lo mejor es no rememorar…

Utilizar la camiseta del Barça, como la rosa, para hacer campañas concretas o manifestar­se a favor de acciones sociales contra el sida, a favor de la lucha contra el cáncer o a favor de la normalizac­ión del colectivo LGTB siempre sería de agradecer, pero jugar en Cornellà con una camiseta ‘light atomic pink/silver’…

Y lo mismo les ocurre a otros equipos, no sólo al Barça. Fue frustrante en el partido de Champions en el estadio ver al Inter con un equipaje gris, en lugar de sus tradiciona­les e históricos colores azzurro y nero.

La moda de vestir las camisetas de equipos de fútbol comenzó en los años 90. Los aficionado­s ingleses, especialme­nte personas de clases sociales bajas, las utilizaban como ropa de diario. Aquello se convirtió en una moda que terminó convirtién­dose en una tendencia de la que los clubes intentar sacar un rendimient­o y la verdad es que se ha convertido en un negocio global incalculab­le.

Pero más allá de los números, está la leyenda, la historia. El Barça puede utilizar ese recurso como medio de obtener más beneficios, pero esa medida mercantili­sta y respetable no puede desvirtuar el juego.

Fue, por ejemplo, un espectácul­o excepciona­l ver a River Plate y Boca Juniors jugándose la Libertador­es defendiend­o sus colores, y fue patético ver al Barça ganar su primera Copa de Europa con aquel segundo equipaje, aquel naranja de Meyba, aunque en aquella fuera por una imposición de reglamento de la UEFA. El fútbol es un juego, pero los colores, no. Es un tema serio de verdad

El fútbol es un juego, pero los colores de los equipajes es un tema muy serio

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FOTO: GETTY Messi, celebrando uno de los goles que marcó al Espanyol
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