Mundo Deportivo

Ousmane Dembélé

- Lluís Canut

Con la baja de última hora de

Nelson Semedo, Valverde tuvo que alterar el dibujo habitual de su equipo con la entrada de Thomas

Vermaelen, en una defensa de tres centrales y el sacrificio de Dembélé, que fue el gran damnificad­o del nuevo dispositiv­o táctico, al tener que actuar de carrilero de largo recorrido por la banda derecha, pendiente de las incursione­s por su costado del lateral levantinis­ta Toño. En una semana en la que se había hablado más de sus actos de indiscipli­na, al acumular diversos retrasos en los entrenamie­ntos,

Ousmane ha demostrado ser un futbolista más aplicado en su conducta dentro, que fuera del terreno de juego.

Ayer el francés tuvo que apechugar con una misión poco lúcida para un futbolista desequilib­rante. Las broncas que tuvo en su tiempo Rexach con

Michels, cuando Charly no bajaba a defender la subidas al ataque de su par. Con la flema que le ha caracteriz­ado siempre, el “rubio de Pedralbes” le replicaba a “míster mármol” diciendo, que “toda la vida me han dicho que es el lateral el que se ha de preocupar del marcaje del extremo y no al revés”. Pues ayer a

Dembélé le tocó hacer lo mismo y salió bastante bien librado, a costa de perder buena parte de su gran caudal ofensivo, porque con tanta idas y venidas, cuando llegaba a zona de peligro lo hacía agotado.

Para todos aquellos “dembelista­s”,o “dembeliber­s”, como se nos apoda ahora a aquellos que somos defensores del “mosquito” en las redes sociales, la pasada acabó siendo una muy buena semana, después que comenzase con un nuevo retraso la mañana siguiente de su gran gol contra el Espanyol en Cornellà.

Valverde cambió el palo por la zanahoria y el francés lo agradeció con un nuevo golazo contra el Tottenham y contra el Levante demostró que cuando toca arremangar­se lo hace aunque vaya en contra de su lucimiento personal

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