Las lágrimas de Rabiot por Ronaldinho y por papá, que sufre una parálisis total
Temblaba cuando Ronaldinho asomó por Camp des Loges vistiendo un conjunto imposible. Su ídolo, el futbolista capaz de dibujar jugadas inimaginables hasta en la Playstation, el único que seguía emocionando a papá. Estaba ahí y pudo hacerse una fotografía con él y sin miedo al qué dirán casi llora explicando que Ronaldinho lo era todo para él. No hace tanto de ese encuentro.
Adrien Rabiot es transparente, emocionalmente abierto, espon- táneo en sus reacciones, puro.
Necesita ser así para superar esa maldita enfermedad que postró en una cama a la persona que más le enseñó a amar el fútbol: su padre Michel. En 2007, cuando Rabiot tenía apenas 12 años, un accidente vascular cerebral paralizó al completo el cuerpo de papá. La maldita enfermedad sólo le deja mover los ojos. Así transmite sus emociones: con la mirada. Con esa mirada algunas veces perdida se alegra por la carrera de su hijo, que sigue viviendo en el domicilio familiar porque necesita estar cerca de los que más han creído en él.
Vero, Véronique Rabiot, es madre, agente, líder familiar, lo es todo. Por eso lo importa poco a Adrien, que critiquen cada paso que da ‘maman’. Por ella dejó de viajar con el PSG a una concentración en Qatar en el 2012 porque el club no quería incluirla en el pasaje oficial.
Carlo Ancelotti se enamoró de Rabiot sólo verle entrenar con los juveniles. Quiso que jugase un amistoso ante el FC Barcelona en el Parque de los Príncipes contra Messi, Xavi, Iniesta... disputó 45 minutos y Carlo le abrazó como habría hecho su padre: con la ternura del que valora el esfuerzo y el talento.
Él quería regalarle a papá un Mundial con Francia pero al verse fuera de la convocatoria, relegado al equipo suplente, prefirió renunciar a la selección. Él quería ganar en Rusia para papá. Quería que los ojos de su padre se emocionaran viendo a su hijo defendiendo la camiseta de los ‘bleus’. Estar en el equipo suplente no era el mejor regalo para él. Así que renunció. Prefiere ser un traidor a un falso.
Adrien sabe que Ronaldinho fue feliz en Barcelona, donde inventó alguna de esas jugadas que siguen emocionando a Michel, un gran futbolero, el que más enseñó a Adrien, el que animó a Vero ano separarse de su hijo. Ella nunca le habla de fútbol. Es su agente y su madre
Vero ejerce de madre y agente por culpa de esa maldita enfermedad que les robó la vida